jueves, 26 de septiembre de 2024

BACTERIANA - CUENTO de "El cura y la sucia" (2013)

BACTERIANA 


––Sería interesante que Fedra documentara todo lo que expone. No suelen ser inspiradoras las mañanas en este lugar.

–– Onírica sonríe con paciencia inventada.

––Tengo la cara rasgada por los comentarios que la chica hace. No lo puedo creer. Fedra estira su piecito y es un mono sexy, ese es su pasatiempo. No me gusta Fedra. Es tan caprichosa como categórica, se parece demasiado a Onírica. Nadie debería parecerse a Onírica.

Ari se mueve hasta el patio y desentierra un hueso de calcio del perro donde guarda las pequeñas cápsulas de fentanilo.

––Es un buen día para un paseo.

––No nos parece.

––No hable por todos, señorita Procariotas.

Hasta las perras se respetan más. Matan o mueren, abandonan a sus cachorros o se pasean con su sexualidad espontánea y vergonzante pero auténtica. Estas dos se muerden todas las mañanas por costumbre.



––Fedra yo no soy tu amiga. Aquí soy tu terapeuta.

Adoro que Onírica hable así. Me recuerda la mujer maga que jugaba con un pañuelo rojo delante de un teatro lleno y finalmente quedaba desnuda frente a todas esas personas boquiabiertas.

––Detesto que me llamen Onírica.

Eros, el burlado. Burlado al ser gestado.

Sus padres lo han odiado desde antes. La brutal asimetría es proporcional con el desprecio genuino de sus padres al llamarlo “Eros”. Gozo diciéndoselo todas las mañanas.

“Eros, el burlado. Burlado al ser gestado”. Siempre es terapéutico sacudirle a algún idiota cercano.

Ari y Fedra guardan las cápsulas de fentanilo en una suerte de grial que vuelven a enterrar en otro lugar. El hueso de calcio es para el perro que tuvo el santo respeto de no desenterrar el objeto y tragarse las cápsulas de los chicos.

––¿Tanto te molesta que te llamemos Onírica?

Las ramas se van rompiendo en la caminata y no tengo ganas de escuchar a estas dos zorras chicotéandose por un liderazgo inútil. Fedra me confesó que aborrecía desde el primer día el abolengo de Onírica. 


Hasta su nombre real: Galatea Terpsícore. Exagera su estirpe, según Fedra. La chica odia absolutamente la posibilidad de tanto reunido en una sola persona. Aparte Onírica es una mujer, alguien que Fedra jamás podría sostener entre sus piernas sonriendo desesperada de placer y perversidad. Ari toca el pelo al viento de Fedra. Esas escenas románticas que suelen darme ganas de aferrar a Onírica en la trampa para zorros que guardo bajo mi cama.

Mañana será otro día y esta caminata con seis respiraciones jadeantes (siempre cuento a Gaspar) será un tema viejo. Ari, aprieta las cápsulas y Fedra se retuerce seducida. Eros respira la mirada de Onírica y yo meto mis manos en los bolsillos para no participar.

–– Las bacterias son muy importantes para la humanidad, intervienen en procesos que jamás imaginaríamos

––¿Y tienen una reina llamada Flora Bacteriana que saluda con una manito lenta y sensual cuando la miramos en el mi- croscopio, Onírica?

Fedra no puede consigo misma pero jamás prueba el río con los dos pies, sabe que enfurecería a Onírica hasta echarla de aquí. En un árbol con hongos estante escondí la botella con la mezcla que dejó Gaspar.

–– Ese maldito jamás volverá a tener sed – dijo Fedra mientras quitaban su cadáver del lago. Onírica debería haber matado a Fedra esa misma noche con una sobredosis, pero es tan cruel que la dejó vivir. De hecho cada vez está mejor. Intuyo que Onírica la preparara para echarla al mundo, a que sea deliciosamente devorada como se merece.

Es dulce y palpitante el trago que Gaspar escondió y con el que brindo todos los viernes para honrarlo. He pensado en es- cribirlo todo haciendo el intento de no revelar lo que ella me ocasiona. Aunque es posible que Onírica/Galatea fuese feliz si le describiera esto una noche entre velas, las adora casi tanto como a las bacterias, puedo olerlo la vez que entro en su cuarto. Velas apagadas, mínimas momias colorinches aplastadas en el mármol del baño, ídolos vencidos por el calor pero significativamente perennes hasta el final. Y más allá una pared negra. Atestada de bacterias en expansión. 


Ninguno de nosotros estará aquí algún día y Galatea (que será Galatea y no nuestra Onírica rehab) encenderá una vela cada noche por el destino de cada uno de nosotros. Y es posible que en esa pared viva cuelgue fotos nuestras que se trasladen según el organismo que la soporta.




–– Somos tan estúpidos que ni siquiera podemos dormir – azota Fedra.

Una rama se rompe. Insisto en contar a Gaspar, siento que está con nosotros. Francisco dice que la gente tragada por el lago regresa en sueños. Gaspar está aquí según esa teoría que Fedra rechaza a risotadas delante del hombre.

Si de burlas se trata creo que Fedra está en peores condiciones que el pobre Francisco, que Ari, que Eros y que yo mismo. Todo la condena, hasta el apellido. Fedra Procariotas. Carece de núcleo.

El señor Espiras ha venido a buscar a Ari. Uno menos; otro elemento incompleto echado al mundo. Onírica se desgarra cuando uno de nosotros se va. Y prende velas para que yo, a la mañana siguiente, entre a su cuarto a oler lo que quedó del ritual de abandono al que se entrega ante la partida. Hoy lo hará por Ari. No lo hizo por Gaspar de todos modos.

Hay que poner especial atención a los factores de crecimiento, dice Onirica.

Antes esta clase de Onírica me parecería somnífera, pero ahora me entusiasma su mundo bacteriano. También odio más a Fedra y su eterno pensamiento de superioridad. Onírica sabe de lo que habla, sabe para qué estamos aquí y creo que sus investigaciones algún día recibirán un premio

––Las más importantes son las fases de latencia, eso depende del estado fisiológico de los gérmenes estudiados. ¿Se imagi- nan todo esto cuando juegan con los hongos yogurt?

Fedra no se imagina nada. Ari y Eros intentan, Gaspar hubiese ido corriendo a leer un libro de biología si hubiese participado de estas caminatas terapéuticas, y yo solo quiero bañarme en cebo de velas una noche con Onírica.

––Todos los caracteres de las bacterias pueden ser objeto de mutaciones y ser modificados de varias maneras.

Sé de memoria las descripciones que siguen, y concluyo también que todos podemos ser modificados de varias maneras. Soy el más antiguo aquí, y es posible que sea quien cierre la casa de Onírica y empuje su silla de ruedas en aquel momento. Cuando  escucho la palabra extracromosómico sé que la exposición y la caminata van llegando a su fin.

Las cápsulas se revuelven en el bolsillo de Eros y sabe que hoy será él quien duerma con Fedra.

De noche podría irme en una invaginación astronómica como algunos  científicos,  que  enloquecerían  irremediablemente ante este cielo que nos hace sentir un mongol extrañamente enternecido. Prefiero pensar en los centros celulares, lo micro, el universo imposible que vive en el noventa por ciento de mundo bacteriano no conocido.

–– Son muy particulares las relaciones entre la bacteria y su huésped, algunas bacterias viven independientes de otros se- res vivos.

–– No es mi caso, soy patógeno...

Onírica sonríe y yo podría morir en este momento. Nunca he sido tan feliz. Es la mujer más hermosa que he visto. Baja al lago con su albornoz negro y Gaspar se mueve en el reflejo del agua.


Es un juego privado catalogar el estado de los otros tres. En el desayuno, sin Ari, me aburro bastante; me interesaba medir su pupila después de una noche de fentanilo con Eros y Fedra. Y Fedra comienza su mañana con una queja, con una burla, con algún comentario ácido que si el queso no fuera gruyere lo agujerearía con esa lengua odiosa. Onírica me alcanza el pan y el roce de su mano tibia me hace sentir en casa.

–– Fedra, tu madre llamó anoche, irán de vacaciones con tus hermanos y me pidió que te preguntara si querrías ir.

La bata de Onírica me roza y mi intento de evitar abrazarla por la cintura y llorar de agradecimiento me hace perder la cara de bastarda malherida de Fedra.

–– ¿Vacaciones? No puedo hacer nada de lo que la gente hace en vacaciones.

–– Fedra, ya hemos hablado mil veces que el tratamiento es ambulatorio, nadie está cautivo aquí. Si toman la medicación pueden ir donde les parezca.

No sé si Fedra podría sobrevivir fuera de este vínculo autótrofo. El veneno familiar ha sido inoculado en ella en pequeñas dosis que finalmente la dejaron sin dormir por un período en que se volvió irritable hasta ser imposible convivir con ella. Onírica está para revertirlo y su esfuerzo es altamente exponencial para lograrlo. Insisto en que deberían premiarla con una magna canasta de  velas  que le duraran más allá de su jubilación o retiro. Fuera de eso, el gruyere es exquisito sobre el pan casero de Francisco.


–– El mono viejo de mi madre con los chillones tití de mis hermanos no me servirán para divertirme por las mañanas, sin Eros y sin vos, mi vida es imposible .

La sonrisa irónica corona la despedida de Fedra antes de subirse  al pretencioso Chrysler 300. No les dio para Bentley pero igual la pasan bien los Procariotas. Fedra nos saluda con una mano y la otra toca sugestivamente el hombro del chofer.

Eros ha decidido que es suyo el grial enterrado en el jardín. Onírica lo sabe, lo intuye y hasta creo que lo ha provocado. Como un ser de humo soñado se deshace en la oscuridad justo a las diez y veinte sin el más mínimo brillo de estrellas. Una galaxia tóxica, hiperpolar, lo espera en los efectos del aislamiento que busca. La evasión termina siendo el mejor resultado de la rehab aquí.

Eros se ha dado de alta eficientemente. Es posible que el bosque le resulte eterno en esta huída suya. De todos modos no me importa, sin Fedra no tengo con quien competir y fustigarlo.




Me gusta el aroma de las velas que Onírica enciende en la cocina con la insólita excusa de que el generador de electricidad se quedó sin combustible.

Voy a bajar a cenar con ella; sé que hoy será el mejor día de mi vida.