viernes, 10 de octubre de 2008

Luz, Cámara y ....Protección Oficial



El cine es un arma poderosa. Muy. Y eso lo sabe bien Vladimir Jotinenko, el director de “1612”, la película en la que el gobierno ruso gastó doce millones de dólares y que se transformó en uno de los principales elementos de celebración del 4 de noviembre, Día de la Unidad Popular, fiesta nacional que fue instaurada por el Kremlin en reemplazo del 7 de noviembre donde se recuerda el aniversario de la revolución bolchevique.


La película fue rodada en 100 días y cuenta con protección oficial, esto significa que el gobierno fiscaliza el guión de cabo a rabo, controla la verosimilitud de la historia e incide, de manera contundente, en la estrategia de marketing, cosa que la crítica suavice su opinión y la gente vaya a ver la película sin ningún tipo de controversialidad en su cabeza.
Lógicamente, para poner todo esto en marcha es evidente que la película gustó mucho al presidente Putin (según Surkov, el vicejefe de gobierno ruso).
Este film cuenta, a través de una historia de amor, cómo Polonia aprovechó la debilidad de Rusia, tras la muerte de Iván el Terrible, para invadir e impulsar la elección de Mijail, el primer zar de la dinastía Romanov. Todo un manifiesto político que hace uso del poder y el alcance real que tuvo y tiene el cine hoy en Rusia. Esta es la ocasión de recordar que fueron los rusos los grandes inventores del cine como un arma política, con descubrimientos como el “montaje intelectual” (que transmitía ideas concretas desde la compaginación del film) tan bien desarrollado por Sergei Eisenstein en películas como “OCTUBRE”, o “EL ACORAZADO POTEMKIN”.

Dicen que el 48 % de los rusos no sabe qué se celebra el 4 de noviembre. Bueno, ahora ya tienen una cinta que les da un punto de vista sobre la historia de su país, una versión oficial que habla de los intentos polacos por legitimar falsos zares en Rusia.
Ojalá se realicen varias películas más sobre el tema, sea ficción o documental, y que la gente pueda acceder a ellas libremente, ya que es sumamente importante que haya muchos puntos de vista en danza.
Fuera de las idas y venidas gubernamentales, seguir realizando y realizando en Rusia, sería un justo y franco homenaje a los grandes cineastas rusos como Ziga Vertov, el creador del “kino-pravda” (o “cine verdad”), que no fue otra cosa que el antecesor del género documental que pervive hasta nuestros días.