viernes, 31 de diciembre de 2010

Gracias!! Dankeee!


Quiero mandar un gran abrazo al periodista Matías Kaless y a mi queridisima Julia Chaktoura, y agradecerles la deferencia de haberme tenido en cuenta para una entrevista en medio tan importante como Tela de Rayón.

Un abrazo enorme también a los escritores Marcelo Eckhardt, Walter García Moreno, Pablo Lo Presti y a mi querido amigo Hern ...án Bergara, personas con quienes siempre es para mi un gusto compartir una charla en todo lugar y circunstancia (¡mis guapos muchachos "erreway", como les digo siempre!).

Gracias mil y que comiencen super bien el año pues!
 
Dies ist der Deckel der Zeitschrift Tela de Rayón, und wollen die Schriftsteller danken Marcelo Eckhardt, Walter García Moreno, Pablo Lo Presti unt mein Freund Hernán Bergara.

Und insbesondere dank des Journalisten Matias Kaless und zu herausgebend von, der Bücher, des Frau Julia Chaktoura

und des frohen neuen Jahrs für alle…!
 
 

jueves, 23 de diciembre de 2010

Feliz Navidááááá...!!!


¡Feliz Navidááááááááá...!!!

sábado, 18 de diciembre de 2010

Fotos Fiesta Anual del Deporte 2010


Algunas ímágenes de la Fiesta Anual del Deporte 2010 anoche, viernes 17 de diciembre, en el Gimnasio Municipal Esquel




viernes, 17 de diciembre de 2010

HEMISFERIO DERECHO


HEMISFERIO DERECHO WorkART, conformado por Dana Parisi, Nadine Alemán y Néstor Tejeda, hace su presentación hoy con la puesta en escena de la FIESTA ANUAL DEL DEPORTE 2010 !!!
Con la idea de reconocer el esfuerzo de deportistas, entrenadores, dirigentes e instituciones, es que las autoridades del Fondo Para el Desarrollo Deportivo tomaron la posta en organizar esta fiesta cuyo homenaje arrancará hoy a las 21 horas en el Gimnasio Municipal Esquel.

La Fiesta se transmitirá a través de CANAL 4 ESQUEL y de la señal de LRA9 Radio Nacional Esquel (AM 560).

(La denominación HEMISFERIO DERECHO es porque los tres integrantes somos zurdos, por lo tanto en nosotros predomina el hemisferio cerebral derecho al que se le atribuye la creatividad.)





sábado, 20 de noviembre de 2010

MAREADA


A la Loffredo

Cruzándose mareada
una brisa trasnochada.

En la milonga
un taco muerto
en el medio de la nada.

La botella es de buen vino.

La Loffredo
y diez mujeres de vestido
desafian a los guapos
fustéandolos con la mirada.

Bailan
danzan
ríen
se elevan
como el humo que está ausente
y esta noche no envenena.


La tristeza hoy es ahogada
en el rumor de la sombra
que como esta noche hay milonga
ya se queja abandonada.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Gefangen in ihre Arme (Gedicht)

     Das nebel kein am möchte
er selber bewilligen verführen als das schlingen.

Er selber liebeskrank
und er selber Er Schläft am sus Nächte.

Nach anbeißen süß.



Silvia Castellón es lebt inch Puerto Madryn.
Das Buch DAS SEIL SPRINGEN.

viernes, 5 de noviembre de 2010

EL SHOW DE LA TARDE


-¡La Doctora Emilia Edith Cáceres se recibió de abogada en 1966. Enseñó Derecho en muchas universidades prestigiosas de Argentina. Durante gobiernos de facto fue arrestada, sin tener cargos en su contra, y estuvo en prisión largos meses sin razón alguna. Luego de obtener su libertad se dedicó a la práctica privada de la abogacía. Fue nombrada jueza a cargo de una corte en Buenos Aires. Fue ascendida en 1987 y, nuevamente, en 1992. Se jubiló en 2001. La Doctora Cáceres es integrante de la Asociación Internacional de Derecho Penal, y miembro fundadora de la Asociación Internacional de Mujeres Jueces, organización que presidió desde 1996 hasta 2000. Estos, entre otros, son sus antecedentes, y hoy en Cómo construir el éxito, emisión 204, recibimos con un fuerte aplauso a la Doctora Emilia Edith Cácereees!-

Emilia Edith Cáceres entra en escena en el bullicioso programa de televisión de la tarde. Es una mujer de baja estatura, con grandes anteojos y una sonrisa humilde como pocas. Se sienta en un sillón mientras es observaba por miles, que digo miles, millones de televidentes en un país latinoamericano, orgulloso de una hija de esa tierra que ha acumulado tantos logros. Logros que por supuesto hoy son profanados sin ningún remordimiento, apretándolos sin más en el minuto plástico y chillón de televisión.

Comienza la entrevista que es por momentos sobresaltada por arranques de histéricos aplausos dirigidos por una productora de veintidós años que está en su primera semana de trabajo en el canal.

-La Doctora Cáceres también formó parte del Tribunal Internacional de Mujeres sobre Crímenes de Guerra para el Enjuiciamiento de la Esclavitud Sexual, que condenara a varios ejércitos del mundo por los crímenes cometidos contra mujeres sometidas en distintos países, cuéntenos, Doctora, cómo se consigue un prestigio tan grande a lo largo de los años, ¿Cuál es el secreto…?- El animador lo lee todo (sin respirar) de un gran rollo de papel que sostiene un chico con un pantalón que aunque raído, igual le costó mucho dinero. Los antecedentes recontra resumidos no son más que una catarata de datos sin sentido en la voz exaltada del conductor. El director de programación ruega, mientras aprieta nervioso una pelota de goma espuma en su despacho, que lo que Emilia diga (sea una receta de cocina o su número de zapatos), haga llorar a alguien. Cuantos más lloren de este o del otro lado, mejor.

(La televisión es emoción, es sentimiento, es… es… “¡como Cocacola! ¡que es ASÍ!”)

Emilia Edith Cáceres hace un esfuerzo para no hablar “difícil”, como le dijo su mamá. Emilia habla y el público la mira sin entender. Por más esfuerzo que ponga, la audiencia solo festeja el brilloso eco de una reputación a la que no le descubre su verdadera esencia. Pero aplauden, eso es lo importante.

Luego de contar escuetamente su paso por las distintas instituciones y cargos, llega la hora de lo morboso y el conductor le pregunta por su detención en aquellos años. Él, adivinando las intenciones de la audiencia, intenta preguntar ESO.

-No debe haber sido fácil su detención en aquella época, sobre todo tratándose de una mujer joven, una intelectual y muy bella además…- y finalmente el conductor, acostumbrado a encender fuegos de artificio que levanten el número de la audiencia, va al hueso, a la episteme que tanto le interesa a los medios – ¿fue usted ultrajada, Doctora? ¿Es esa la razón por la que usted tomó el bastión para luego intervenir en el enjuiciamiento contra los crímenes sexuales contra mujeres en el mundo???-

Emilia queda visiblemente incómoda. No contesta. No por no recordar o no querer contar. No cuenta porque la pregunta es absolutamente fuera de lugar. Para un ser como ella, acostumbrado a la lógica por la lógica misma. Solo levanta la ceja izquierda esboza una sonrisa nerviosa y el conductor, hinchado por el orgullo que le ocasiona poner entre cuerdas a una mujer tan importante, manda a una pausa. –Volvemos en un momento, no se muevan de ahí!-
El aplauso no se hace esperar.

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Ya en su auto. Emilia reflexiona sobre ese mundo tan alejado, tan aparte que es la televisión. En el semáforo, con las manos sobre el volante, descubre el maravilloso fulgor del anillo que le regaló Roberto cuando fue nombrada juez de la corte suprema de justicia de su país, en una íntima ceremonia en el café de siempre, en aquella mesa donde posaron los primeros libros de derecho cuando empezaban, y donde Emilia descubrió que el centelleo del anillo era similar a la luminosidad de los ojos de su amigo al mirarla. Roberto, su amigo eterno, su compañero de universidad, su eterno admirador, quien no necesitó casarse con ella para acompañarla en todos estos años de logros intelectuales, académicos, personales. Emilia es sacada de su elucubración por un bocinazo de otro automovilista.

A sus sesenta y ocho años, todavía hay cosas que le resultan difíciles, pero difícil para Emilia nunca ha sido imposible, es evidente.

Al llegar a casa, la televisión vocifera el último hallazgo para adelgazar sin esfuerzo. Doña Aurelia, su madre, no tarda en levantar su veredicto ante la aparición de Emilia en televisión. –¡Siempre te digo que te pongas aros para salir en televisión, lo mismo hiciste cuando te nombraron juez! Siempre haces lo mismo, con lo que me costaron esos aros, Emilia!-

El anillo resplandece con el reflejo del televisor. Emilia deja las bolsas del supermercado sobre la mesa del comedor.-

viernes, 8 de octubre de 2010

BIANCA SHUTS IN


(short stories, “17 SIMPLES STORIES”)

Bianca shuts the pen with the few sheep they have, every evening she does that, she also shuts in the hens, the calves and also the pantry door. Then she walks home with her legs covered with burs shivering from the cold air of the mountains.
Bianca and her suspended life. Bianca with that old and already finished father that only gave her the life and nothing more just nothingness. Bianca and the stars. But she walks out, inmutably, when she hears the only talk her fathers mutters in all the day –Bianca, shut in!
Then she goes out of the little hut and shuts in everything she finds: the sheep, the hens, the calves and the pantry door, She does everything he asks her while she sees him getting older and older, she bakes him the bread with the best flour and with milk so it is most tender so as not to harm his few and old teeth. And she does not complain when she washes the dishes in the icy water of the brook, She buys new batteries for the radio, she mends socks and dishcloths, and even patches the old oilcloth of the table. She even goes to fish in the small brook with a line and a small tin so his food is not everyday noodles, potatoes and meat. When she went to the nearby village to buy their small needs, she came back very as if she wanted this trip never to end.

She went around the needs of her father, she put him to bed at night and woke him up in the morning, washes him, cut his hair and at night, put out the candles before it went very dark, so She, the Death, in case of coming, woulnt see him. She waited for the night, to draw the curtains and from her bed, strategically placed under the window, she could see the faraway stars that the Patagonian frost turns more brilliant, like an intimate present, just for her soon as she gets into bed, Bianca gets lost in a strange journey.

She is somebody else, lives another life, she enjoys her nightly exile, and dreams she has friends, a husband, children, she has warmth and another destiny. So she sleeps till next day, when at daybreak she gets up, goes to loose the sheep, the hens, the calves and opens the pantry door. Once more the day, the light, the camp, the hard work and her father. And the slow hours until evening when she starts back to shut in.

And, above all, Bianca shuts in. She shuts in her desires of leaving the candles alight, all night in case She, the Death, in case she goes by, sees the old man for one and once and so, later, she can get lost in her own world among the stars.-



DOOR NUMBER 202 (short stories, “17 SIMPLES STORIES” )

I was six when we came to live to this house. My father had lost his job, and he, my mother and I came to live in this place, the old and big house of my grandmother.

The house was old, damp and with the musty smell of closed rooms that made me dream with ghosts and out of this world creatures that would attack me at the entrance passage when I came into the house or when I went to put out the garbage container

I lived in world old mistery and fantasy and the place helped to it with its sordidness.

I lived long hours at the pavement outdoors, playing with a ball, waiting for some kids to appear and play with me, but nobody ever appeared and I ended by playing by myself muttering to the cats and dogs around, that used to watch my play.

The first day of school, my mother dressed me carefully and I gathered the school things of last year I was feeling sad and walked lonely along the entrance passage, when I heard a door opening, the number 202 and I looked back to see if somebody was at the door, but nobody appeared.

Every day I came from school and walked thru that passage to my apartment, the number of the door number 202 half opened but nobody came out. Anyway, I felt somebody was there watching me.

One morning, when I came back from school I pitched the ball noisily through the passage in the hope that somebody would come out to play with me, the door opened, and a pair of eyes leveled to my height looked at me, I smiled happily, getting nearer the door when this was shut with a bang and I was left without my potential friend inside.

I came back, pitching the ball noisily along the passage when the door half opened and there came out from it a strong smell of the kerosene used for cleaning floors.

Some days went by, I always pitching the ball in front of it, at last, one day the door half opened and shut after I passed.

One day, I passed walking quietly, the door was half opened and I looked through it, there were those eyes looking at me, there were viscous eyes, and there felt over them a patch of thin yellow hair and a piece of dry, yellow skin that looked like a piece of parchment, resembling a face, I was afraid and made as if I had seen nothing and walked to the pavement to play as usual.

Time passed, I got to my seventh birthday and gave a party for my school mates and cousins, I bid good bye to the last of my friends, so I walked back to the apartment and when I went in front of the door, it was open and I heard the voice of a woman that said “How many times y must tell you to shut the door!”, and there was the familiar odour of kerosene for the floor.

Some few years passed. One day, as I was coming back with my mother, we say an ambulance where they were loading a small black nylon bag more or less my size. Mother passed without looking and squeezed my hand to hurry up.

I felt relieved and anguished at the same time. Relieved, because I used to dream with those viscous eyes and those dry little hands that opened and shut the door, and anguish because something unknown hindered me to go further that time.

I inherited my grandmother house, and actually I live there with my wife and son. The strong kerosene smell has been replaced by the sweet odour of ceramic wax. My son has the same age as I was when we came here and walks the same passage, and I swear that, without having to tell him anything, I hear him pitching the ball noisily in front of the door number 202, and I close myself in the apartment, so as not to hear open and shut the number 202 door.

(short stories, “17 SIMPLES STORIES” )
 
 

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Paraje Las Arañas (cuento)


Por favor, sea breve, dijo la científica que ya no daba más de calor en esa zona perdida de la meseta patagónica. Mara le apretó el brazo a su padre, trató así de convencerlo. No soportaba ya que siguiera hablando locuras. Sin obtener resultado alguno, la niña optó por desautorizar el relato clavándole la mirada a la joven que la ignoró decididamente.

El padre de Mara, exasperado, pretendía convencer a la científica de que eso que había traído, y que estaba ahora sobre el escritorio, era, efectivamente, una mano de alguien, que por magia de la machi* se había convertido en una araña y que había paseado por el pueblo, aterradora y mortífera, hasta que él la había encontrado en el campo.

El rebote de miradas era de una tensión tal que los tres se olvidaron, por varios segundos, del calor agobiante que insertaba más rareza en ese lugar, y en esa época del año, y que por momentos había servido de argumento para que el padre avanzara en sus explicaciones del caso de la mano- araña.

Mara no soportó más, ni el relato del padre, ni el calor, ni la soberbia de la científica y se fue a su casa, levantando tierra, como se hace cuando uno está enojado y no tiene con quien pelear.

A lo lejos, la suave brisa traía la voz del padre de Mara, que insistía e insistía. Hasta que el viento cambió su sentido y se ahogaron las declaraciones, y también la vergüenza de Mara, que ya iba llegando a la humilde casa.

La adolescente se tiró en la cama, como había visto que hacían las chicas de la ciudad en la novela de la tarde. Una ráfaga abrió la ventana y pudo leer el cartel de bienvenida del lugar: BIENVENIDO AL PARAJE LAS ARAÑAS. Ofuscada se levantó, cerró la ventana y se volvió a acostar.
–Qué arañas ni arañas… este papá también…! si sabe bien que no tiene que tomar vino… ahora todos se van a enterar de las locuras que anda diciendo de la mano de muerto esa…-

La machi* caminaba lento allá, en la meseta, buscando hierbas para sus conjuros. Iba con el perro negro, güilo, que siempre la acompañaba.

Mara renegaba y soñaba con llorar sonándose los mocos en pañuelos de seda, de marca con números, como en la novela de güenosaire.

La mano derecha de la chismosa del pueblo, comenzaba a paralizarse.

*Machi: bruja


(Paraje Las Arañas es un cuento mío, inédito hasta ahora)

sábado, 7 de agosto de 2010

¿Autor vs. Director?


Es algo tan antiguo como la historia del cine: las diferencias ineludibles que surgen entre el cine y la literatura a la hora de contar historias. Y ni que hablar cuando la historia que se cuenta en el cine, surgió del mundo de la literatura. Para eso vale no más recordar la bizantina discusión que mantuvieron Marguerite Durás y Jean Jacques Annaud por la adaptación de “EL AMANTE” que hizo este último en el año 92, con Jane March y Tony Leung. Partiendo de que este finalmente drama erótico (lo fuera o no había que encasillarlo en un género cinematográfico), era una autobiografía de ella misma, la señora Durás se enojó tanto tanto con el director por la liviandad con que, según ella, Annaud había tomado su obra que no tuvo mejor idea que reescribirla (ya tenía muchos años doña Marguerite, los mismos que su obstinación) y editar “EL AMANTE DE LA CHINA NORTE”, solo para taparle la boca (y la cámara) al director y su mala interpretación.

La razón de estas trifulcas de alto vuelo intelectual es simple: el cine y la literatura tienen distinta naturaleza, y al intentar un traspaso de historias de uno a otro, seguramente algo quedará en el camino, por los tiempos, los mecanismos disímiles, las “ingenierías” diferentes.

El cine se maneja con tiempos casi siempre precisos, está obligado casi, a concentrar la conceptualidad. La literatura tiene tiempo, puede darse minutos y horas si es necesario, para explayarse sobre un tema. El cine tiene una manera, una arquitectura de cálculos en tiempo y espacio que no le permite lo mismo. El cine incluye tiempos tecnológicos y humanos diferentes. Tiene limitaciones, géneros marcados, con matices, pero básicamente marcados por el mercado (hasta lo “independiente” pertenece a un mercado). La literatura explora lo que quiere, cuando quiere y si lo quiere. En el cine vamos descubriendo, experimentando materiales, tiempos, espacios, actores, talento, y financiación…

Entonces es lógico que más de una vez nos encontremos con la duda cuando hemos captado la misma historia desde dos puntos de vista diferentes: ¿es el libro mejor que la película? , la respuesta también es simple: no es que sea el libro mejor que la película, sino que nos contó una historia de manera particular, que lógicamente, tuvo tiempos literarios, espacios literarios, silencios literarios, libertad literaria. Mientras que el otro, el cine, más joven y en estado de aprendizaje constante, apretado por la tecnología y los sistemas de financiación, se esforzó por dar un punto de vista de esa historia que nació en la literatura. La tomó, la interpretó, la condensó en un guión, y la filmó. Ni mejor ni peor que el antecedente literario. A su manera.




martes, 27 de julio de 2010

UNA MUJER DIGNA


Una mujer digna, del libro 17 Simples Cuentos.



Me he vuelto impúdica. No pornográfica, impúdica. Impúdica con mis sensaciones, con mis fantasmas, con mi cuerpo. Ya no los escondo más.
A Fabio lo veo de día, burlándome de la luz, de la seguridad de la noche.
Soy una señora. Soy una mujer casada, con el doble de edad para todo. Aparento ser feliz y estoy socialmente agradecida por “todo” a la vida. Es entonces cuando aparece frente a mí, desafiándome, suplicándome que lo sumerja en mis fantasías. No sus fantasías. MIS fantasías.


Nos vemos de día. En plena peatonal, en un hotelito en el que me juzga severamente la mirada de la mujer que me da la llave de la habitación. En el que le sonríen cómplice a él los muchachos que trabajan, cuando lo ven pasar conmigo (que soy mayor, que soy casada, que soy una señora). Y a cada paso, con cada sonrisa, va desmoronándose mi decencia, ensuciándose el linaje de esta mujer bien, cincuentona, cuidada, fina, y ellos parecen disfrutarlo abiertamente. Como yo disfruto abiertamente el placer que me da él en ese hotelito en el que dejo, en la vieja caja de seguridad, a la entrada, mi apellido de casada, mi alcurnia, mi historia intachable, mi foto de boda… a cambio de placer, infinito, vibrante, halagador para una mujer de mi edad, acostumbrada a hacer lo que se debe, lo que dictan las doctrinas de los otros, los horarios de los otros, la bíblica armonía del hogar. Y yo ahí, desnuda, con un joven que podría ser mi hijo, tan refinado, con esa piel dorada, con ese cuerpo ególatra. Con ese hombre increíblemente vanidoso espiando a través de mi piel añeja, hurgando en mis más ocultas sensaciones.
Me desviste de día con sus manos fuertes, jóvenes, torpes, ansiosas. Eso me hace sentir que transgredo, que soy fuerte, atrevida, tan joven como él.


Y le escribo a Ernesto, mi marido, una carta: “...Te sigo amando, Ernesto. Sigo amando tus logros y nuestra casa decorada a mi gusto, por supuesto. Sigo amando a nuestros hijos y enorgulleciéndome de la manera en que los criamos. Adoro poder presumir de todo, del respeto de todo el barrio privado, de navegar en nuestro cómodo auto y de volar de vez en cuando a algún paraíso lejano a descansar juntos. No puedo olvidar el sacrificio de años junto a vos, pero un día desperté queriendo sentirme única. Queriendo caminar libre por la calle, queriendo no saludar a la gente, no vestirme a la moda, queriendo que alguien en un barcito, tomándome de la mano solamente, me desvista con la mirada, me vea, me conmueva. Bien sabés que lo hemos intentado, incluso en algún viaje, y nos sale mal, volvemos a lo mismo de siempre. No es para nosotros, nos avergüenza. Y eso nos vuelve contradictorios, conocernos tanto y tan poco los dos, Ernesto.


Él es joven, inexperto, no sé si está jugando o si es en serio. No tengo idea. Dejándote me arriesgo a perderlo todo, a volver hecha trizas y que los chicos y vos estén destrozados también.
Pero me atrae (y me asusta también) la idea de la libertad. Él me llama y me susurra sus frases tibias, y me conoce a tal punto que las vuelve calientes cuando intuye que me estoy arrepintiendo de nuestro romance. Me toca, me alcanza, me huele, sonrío cuando estoy sobre él, me exalta que me penetre. Él observa fijamente mi rostro, disfruto de sus masajes en mis pechos, (ya no tan turgentes como cuando me conociste, Ernesto), me invade las entrañas con su esperma caliente. Me siento húmeda cuando percibo próximo nuestro encuentro. Lo hacemos con la luz del día, con las ventanas abiertas, con el horario del Banco y el murmullo callejero apurándonos.


Cuando todo acaba y por fin descanso junto a él, me siento fuerte, única. Pienso en tanto secreto placer. Y enfrento los prejuicios. Mis prejuicios, los prejuicios de la señora de la entrada que cuchichea con la mucama cuando nos vamos.


Me voy con él. No quiero huir de esto que siento por Fabio, no quiero olvidarme cómo es sentirse deseada, cómo es el placer de ser embestida por esa bestia joven y gozosa hasta la vergüenza de esta señora madura.


Te amo, Ernesto, y sé que vos también me amas a mí porque siempre fui una mujer respetable y sacrificada, que recalentaba almuerzos y cenas para todos ustedes a medida que llegaban a casa, comía lo que nadie quería comer, preparaba bolsos de viaje, y me cuidaba para que alguna vez me miraras. Pero nunca me había quebrado por deseo ni la luz había tocado mi piel desnuda. No me conocía, no sabía dónde quedaba yo, donde era mi centro realmente. Ahora descubrí qué cara tengo cuando espero ver a alguien, cuando deseo, cuando sonrío, cuando se mezclan en mí la vergüenza y la ansiedad. Ahora sé cómo se me eriza la piel cuando lo veo llegar a nuestra cita. Cuando siento su mirada joven y su sonrisita triunfal porque sabe que me tiene, que le respondo, que ocupa mi pensamiento. Lo siento, Ernesto, siempre fui una esposa y madre abnegada, siempre fui una mujer a oscuras y pensé que iba a morir así. Ahora voy a irme con él, ya no hay nada que yo pueda construir en esta casa, ya todos en esta familia tomaron sus caminos, eligieron quien y cómo querían ser. Ahora me toca a mí. Voy a juntar mis cosas y voy a irme a vivir con Fabio. Fui una mujer demasiado digna hasta ahora, de aquí en más sólo quiero ser una mujer”. Cuando termino la carta la doblo y la beso con mi parsimonia habitual, la dejo en el escritorio de Ernesto, y alejo nuestra foto. Tomo mi equipaje, bien ligero por cierto, y una bocina me indica que llegó a tiempo el remisse. Me pongo mis anteojos Jackie, mi ansiedad, me llevo mis perlas por si hay que venderlas y la llave de casa. Sí, la llave de casa.

Golpeo la puerta del departamento 708, a una hora desacostumbrada, Fabio debe haber llegado del gimnasio una hora antes según mis cálculos. Abre la puerta un joven atlético, similar a Fabio, con una mirada tan seductora como la de él. Intento no mirar su cuerpo, está con el torso desnudo. “Buenas Noches, busco a Fabio”, le digo sin quitarme mis Jackie, “Ah sí, usted debe ser...” No lo dejo terminar: “Si, soy yo”, digo con firmeza. El ruido de la ducha cesa, y escucho lo que menos hubiera sospechado escuchar. Desde el confín del departamento la voz de Fabio: “Amor, ¿quién es?”. El joven me mira entornando los ojos, aparece Fabio, le digo en voz baja, acentuando cada palabra, desgranándome por dentro: “cómo pudiste...” Fabio está paralizado, el joven también, tomo mi valija y pido el ascensor. Sé que Fabio habla y me toma del brazo, yo sólo siento un nudo en el corazón y mi latido fuerte, muy fuerte, y no escucho nada más. En la calle todo es lento, camino lento yo también, con una pesadez inusual. Sólo salgo de mí cuando siento la fría sal de las lágrimas en mi rostro.
En un instante se larga una fina llovizna y entro en un bar a refugiarme, pido un café y me pongo a escribir contándole a Ernesto, con finas descripciones, las veces que soporté sus aventuras, las miradas que fingí no percibir entre él y mis amigas, las veces que simulé no notar en su equipaje los caros regalos que traía de Europa para su amante de turno. Y lo escribo todo, con dolor, con rabia, hundida en la derrota y deteniendo las lágrimas que pujan por salir. Cuando termino mi café y la carta, me voy, no sin antes mirarme unos segundos en el espejo de salida del viejo bar, que me devuelve la imagen más opaca, silenciosa y decadente mía que haya visto jamás en cincuenta y tres años.


Cuando el remisse me deja en la puerta de casa, miro hacia el escritorio de Ernesto, está la luz prendida, todo puede haber sido con la carta que le dejé. Camino sin quitarme mis Jackie, aunque ya son las ocho de la noche. Entro despacio, siguiendo un ritual mudo de arrepentimiento doloroso y discreto, derrotada. Acostumbrada a disimular, disimulo. Dejo mi bolso en el lavadero, paso por el escritorio y veo la carta arriba del escritorio, me confunde esa luz del escritorio prendida, cambio una carta por otra, como una guionista tratando de cambiar el rumbo de dos personajes, en una yo soy la culpable, en la otra es Ernesto el responsable. Dejo la segunda carta apretada con el portarretrato con nuestra foto, se me enfrían brutalmente las manos, retengo la respiración, siento achicarme. Finalmente me llevo las dos cartas conmigo, en el camino a la cocina, ambas se deshacen con la transpiración fría de mis manos. Ya en la cocina las termino de deshacer y las tiro en el cesto de basura, revolviéndolo para que terminen de desintegrarse en esa humedad maloliente. Voy hacia el living. Allí, Ernesto con el televisor en ESPN. El silencio entre los dos es devastador.


Concentrada en la nuca de mi marido, respiro hondo, trato de desatar el nudo que pasó de mi corazón a mi estómago, elijo seguir. Ernesto rompe su mutismo y me da el remate final:
- ¿Qué hay de comer?
Espero, trato de relajarme para deshacer los nudos que en el pecho y el estómago me torturan, me desarmo y en un segundo me reinvento una vez más:
- No sé, ¿qué querés comer vos? Podemos pedir algo al delivery, hoy no tuve mucho tiempo de salir a comprar.

lunes, 12 de julio de 2010

Rogelio y Las Piedras


-Es que es tímido hasta los huesos -decía doña Marta cuando las vecinas le recriminaban que Rogelio no las había saludado-. Me salió tremendamente tímido este chico, ¡hasta los huesos, vea!
Regresaba doña Marta a la casa y ni bien lo encontraba a Rogelio, que volvía de sus quehaceres del campo, se lo recriminaba a él también:
–Rogelio, ¡ya estoy cansada de que no saludés a la gente! -le decía mientras Rogelio se sacaba las botas embarradas y ella acomodaba las verduras en la despensa.
–Abrí la boca, hombre... saludá a la gente que si no después la gente habla. ¡Pero qué cosa, che...! Unos los cría, los educa bien educados y estos hacen lo que quieren.
Y entre rezongo y rezongo, doña Marta lo mandaba a terminar las tareas del día:
–¡Rogelio! Andá a atar los perros, dales de comer y después andá a cerrar la puerta del gallinero, ¡y sacate las manos de los bolsillos che, que parecés un atorrante cualquiera!

Ahí salía Rogelio, mudo, como un violín sin cuerdas. Y se iba contra el viento, cerrándole los ojitos al sol del atardecer, con las manos metidas en los bolsillos no más, ensimismado, metido como nadie en su mundo interno.

Justamente interno, llano, extenso y lejano era el mundo de Rogelio, tanto como el campo en el que vivía con sus padres y sus dos hermanos.
Volvía al comedor, se sacaba las alpargatas y se sentaba a autohipnotizarse mirando las chispas del fogón, con las manos metidas en los bolsillos, refregándose los pies y los labios resecos entre sí, pensando, a sus veintisiete años, en seguir esperando esos besos de mujer que nunca llegaban. Ahí no más lo increpaba su papá, don Epigmenio:
–¡Pero Rogelio, che! ¡Sacate esas manos de los bolsillos, carajo! ¡Siempre la misma huevá con este chico!
Y lo retaba por retarlo, porque lo veía ahí sentado no más.
Don Epigmenio, que no se despegaba de su radio a pilas, le gritaba a su mujer:
-Marta, mirá, mirá lo que dicen, que del avión que cayó la otra vez, no le encuentran el cargamento, mirá... ¡Cuchá, cuchá Marta!
Y doña Marta no escuchaba nada porque don Epigmenio no despegaba la radio de su propio oído. Pero el viejo le contaba todo igual:
-Marta, Marta, cuchá, cuchá... parece que llevaba diamantes y cuestiones de esas... uhhh, ja ja -carcajeaba don Epigmenio-, ¡si uno se encontrara esas piedras, vaya a saber cómo son, no...!

Y doña Marta se venía al comedor y reía con su viejo, que soñaba con diamantes perdidos, caídos de un avión.
Rogelio refunfuñaba por tanta conversación y se iba para la pieza con las manos en los bolsillos y con una puteada empantanada en la boca por tanto grito y tanta cosa dicha porque sí. Se tiraba en la cama sin sacarse las manos de los bolsillos, y pensaba en agarrar el Manchao y salir a ver si encontraba el avión caído, para ver un avión por dentro no más... pero ya a esta altura vaya a saber si estaba el avión caído todavía, capaz que de encontrarlo sería ya solo fierros retorcidos y quien sabe, capaz que había gente muerta adentro. Rogelio se revolvía los bolsillos mientras se hundía en simples elucubraciones como qué serían diamantes, si diamantes serían coronas o collares de reyes o gente rica, y donde habría caído el avión, si atrás del cerro o aca no más, en los cañadones.

Rogelio pensaba todo esto revolviendo en los bolsillos las piedritas que se había encontrado cuando volvía en el Manchao de un campo vecino. Y sacaba una piedrita de esas que se había encontrado, y por primera vez en el día, Rogelio decía algo, y se lo decía a sí mismo:
-¡Qué lindas mis piedritas, eh! qué lindas y qué chiquitas son... ¡y la mierda que son brillantes, che...!

(Este es un cuento de "17 Simples Cuentos".)


lunes, 7 de junio de 2010

Víctor Jorge Ruiz


Víctor Jorge Ruiz es director de cine y tiene una extensa trayectoria como cortometrajista, camarógrafo y director de fotografía en Latinoamérica. Ruiz es hoy en día un respetado referente del cine en Argentina, y para los chubutenses lo es mucho más, ya que, fiel a su origen patagónico (nació en Alto Río Senguerr), en su universo artístico aparece siempre la Patagonia como un magnífico escenario, tan prudente y esencial que la acción cinematográfica transcurre con naturalidad, teniendo sus películas una narrativa limpia, emotiva y de gran compromiso con la historia.

Entre otros trabajos, se encuentran “Flores amarillas en la ventana” (película rodada en 1996 en Esquel y de gran repercusión nacional e internacional), un film que cuenta con la actuación de Katja Alemann, Arturo Bonin y Carolina Fal; también “Ni vivo ni muerto“ , una historia de suspenso protagonizada por Edgardo Nieva, Roberto Vallejo Arturo Bonin y “La última mirada”, película que actualmente se encuentra postulando a premios en diversos festivales europeos y se estrenará de manera comercial, próximamente. Todos estos trabajos fueron realizados por Ruiz como productor, guionista y director.


La película que rodará próximamente se titula "QUIERO MORIR EN TUS BRAZOS", y tendrá como protagonista al conocido actor Roberto Vallejos y relatará una historia ambientada en la década del 90, con sucesos de la infancia del protagonista que se desarrollan en 1955.
Ruiz es el guionista, productor y director de esta película que ya se encuentra en proceso de preproducción y que se calcula empezar a rodar a mediados de junio de este año, con una duración de 6 a 7 semanas.
En esta historia todo comienza en Buenos Aires cuando Eduardo, un hombre adinerado y de familia, recibe en una consulta médica la noticia de su muerte inminente y decide volver a su pueblo natal, donde se reencuentra con un viejo amor, Lidia una joven médica, que él había abandonado.
A medida que va recordando su pasado y los momentos vividos junto a ella, su pasión por el dinero se va desdibujando, logrando así abrir su corazón e intentando saldar cuentas con su gran amor.
Así, llega a comprender que esta mujer es a la única a la que realmente amó y es en los brazos de ella donde quisiera morir. Todo este relato transcurre lógicamente en escenarios chubutenses.
Esta película, de gran contenido dramático, contará seguramente con una magnífica fotografía, dado el experimentado ojo de Ruiz, una mirada particular que siempre realza las grandes extensiones, los atardeceres vibrantes de luz ámbar y la naturaleza viva patagónica.

Víctor Jorge Ruiz relata sus historias de manera extraña a estos tiempos, su narrativa cinematográfica resulta templada y contundente, y se presenta absolutamente despejada de los fuegos de artificio convencionales.




viernes, 4 de junio de 2010

Las Horas

Este es un poema perteneciente a Letal Intensidad, Poemas & Tangos



LAS HORAS

Cómo voy a besarte cuando vuelvas
cómo voy a tocarte cuando llegues
cómo buscaré en tu piel cansada
ese aroma tuyo.

Me encuentro en tus besos escondida.

Entretanto las horas asustan
aprietan.

Las horas queman.


 
 
 

miércoles, 2 de junio de 2010

Dejen, que yo voy solo


David Lynch es un director excéntrico, pero excéntrico en serio no snob, y esto lo podemos determinar viendo películas suyas como “EL HOMBRE ELEFANTE” (1980), “TERCIOPELO AZUL” (1986) o “CORAZÓN SALVAJE” (1990). Tiene un sentido del relato muy particular y una marcada inclinación a explorar las escalofriantes entrañas de la naturaleza humana.

Después de “MULHOLLAND DRIVE” (2001) desapareció un tiempo para reaparecer con “IMPERIO”, y para desconcertar aún más, aparte de hacer esta película extraña pero atractiva, se lanzó a promoverla de manera absurda: yendo cine por cine proyectándola y haciendo cine debate al final con los asistentes.

Una de las curiosidades de este genio es que detesta la improvisación, cosa que la mayoría de los directores defienden como lo sumo de un hecho artístico. Para David Lynch mejor es tener ideas locas pero escribirlas en un guión, nada de dejar cosas al azar, y menos en un caro rodaje de cine. Por más liberador que sea hoy en día trabajar con tecnología digital, Lynch sigue prefiriendo la organización en sus películas.

Otra característica que lo deja bastante fuera de ser un director convencional es que Lynch no se denomina “artista incomprendido” sino que se sabe raro y reconoce en ello un negocio también. Por último y para rematar su extraña conducta, en esta época de ley del menor esfuerzo David Lynch trabaja de director y se hace cargo de maneras más bien insólitas, de hecho es un tipo que cuando termina una película, se prende un cigarrillo y sale cine a buscar cine, a ver si la puede proyectar

sábado, 15 de mayo de 2010

El Límite de Andrés Fattori


Ya está en la vida la novela EL LÍMITE, de Andrés Fattori. Y digo "en la vida" porque es en la vida en que se mete esta historia, ambientada en la cordillera pero con personajes muy particulares.

EL LÍMITE, (una antigua residencia que hereda de unos parientes) es para Marco (el personaje principal) un giro que lo hace deslizarse por lo azaroso de la vida, y a la vez cuestionarse como hombre, como persona, en la soledad de la constante reflexión, en la amistad con un capataz, y en el planteo de la relación que lo une a dos mujeres que ocupan su mente y su corazón y que lo lleva una lucha interna por definir al verdadero amor de su vida.

Personalmente tuve el privilegio de acompañar a Andrés como editora en este proyecto, también tuve la responsabilidad de escribir el prólogo, tarea que me llenó de alegría, ansiedad y orgullo, ya que considero que es un acto de confianza sumo que un escritor le pida a otro ser presentado por medio de sus palabras.
Le agradezco al autor haber creído en mi talento y en mi persona para acompañarlo en el proyecto; haber confiado en mi voz para presentarlo ante el mundo, y le agradezco finalmente haber pretendido mi palabra escrita para plasmar la eterna y dulce sentencia que es el prólogo de un libro.

La novela es realmente interesante, altamente recomendable, no solo por los ambientes en que transcurre, sino por presentarnos personajes tan controversiales que se plantean naturales hasta la exasperación, exponiendo dudas que dejan al desnudo lo básico del ser humano, sin complejos, sin ocultamientos, pero a la vez con un manejo tranquilo y desestructurado del suspenso narrativo.



martes, 4 de mayo de 2010

PORDIOSES Y PORTAZOS

PORDIOSES Y PORTAZOS
es un poema de Letal Intensidad.


Lo que tengo
lo que no alcanzo.

Lo que ata
aturde
lo que llama.


Lo que escapa
lo que queda
lo que excluye.

Lo que enloquece
lo que embriaga.


Lo que fastidia
confunde
transgrede.


Lo que me desvela.


El llanto profundo
la risa incontenible
el cinismo
la ternura extrema.


Lo impúdico
lo irreverente
lo inevitable
lo impresentable
lo inolvidable
lo impostergable.


Se escapa se encarna se oculta
se escurre se enferma se cura.


Desespera carcome.


Conmueve.


Hay maldiciones
súplicas
pordioses y portazos.

Allí espera.

domingo, 2 de mayo de 2010

Encuentro de Escritores Esquel 2010



Entre el 6 y 9 de mayo nuestra ciudad será sede del Vº Encuentro de Escritores «Esquel Literario 2010»
Desde la organización se dio a conocer las actividades programadas y que estan destinadas al público en general, a realizarse en instalaciones del Centro Cultural Esquel Melipal (Av. Fontana y Av. Alvear)
Los escritores participantes, además, tendrán asignadas actividades complementarias, como trabajos de lectura y talleres en las diversas escuelas de nuestra ciudad, en sus tres niveles.
Para las actividades abiertas al público, la participación será -en todos los casos- con entrada libre y gratuita.



PROGRAMA DE ACTIVIDADES

Jueves 6 de mayo
17:00 hs. Acto de Apertura Oficial
17:30 hs. Ponencias
                   *Literatura Foránea Sobre Patagonia (Luciana Mellado)
                   *Imágenes de la Patagonia en Trelew de Marcelo Eckhardt ( Julia Chaktoura).
18:00 hs. Ediciones/Revistas
                   *Colección Patagonia Ficción (Hernán Bergara)
                   *Encuentro de Escritores Patagónicos (María José Roccatto)
                   *Revista Proletrarios
19:00 hs. Libros
                   *El Limite (Andrés Fattori)
                   *Episodios de las arenas (Ángel Uranga)
                   *Letal Intensidad (Nadine Alemán)
                   *El Pez Globo (Paula Prengier)
                   *El Desertor (Marcelo Eckardt)
20:30 hs. Espectaculo
                   *Ariel Manquipan – Canción Patagónica

Viernes 7 de mayo
17:00 hs. Ponencias
                   *Oralidad e Historia: dos vertientes que no se contraponen, solo se explican (Mario Enrique Contreras Vega)
                   *Polifonías y Miradas. La Patagonia que encarna y narra (Pablo Salguero)
                   *Sobre la Hierba Violenta. Lionel Rivas Fabbri y las búsquedas (Cristina Venturini – Sabina Sosa)
18:00 hs. Libros
                   *El eco de la letra ( Hugo Covaro )
                   *Hotel los Andes (Edit. Univ. De Comahue)
                   *Muñoz Serón, José Antonio*
18:00 hs. Ediciones/Revistas
                   *Colección Historia en Patagonia (Pablo Lo Presti)
19:00 hs. Libros
                   *Paloma Blanca – Biografía de Julieta Lanteri (Ana María de Mena); Piedra Parada (Walter García Moreno)
19:30 hs. Presentación Especial:
                   *Bruno Di Benedetto – Premio Casa de las Américas 2010
20:00 hs. Reconocimiento
                   *Elías Chucair – Un Trabajador de la Literatura Patagónica
21:00 hs. Espectaculo -
                   *Narración Oral: Laura Casariego

Sábado 8 de mayo
17:00 hs. Ponencias
                    *La Naturaleza Patagónica: un espacio en construcción ((Gabriela Colombo –Emilce Graf)
                    *Silvia Mellado (Universidad Nacional del Comahue)
                    *Laura Núñez (Universidad Nacional del Comahue)
18:00 hs. Breve disertación
                    *La Trochita, un sueño bicentenario (Sergio Sepiurka)
18:15 hs. Mesa de Lectura
                    *Jóvenes escritores de la cordillera (coordina: Natalia Silva)
18:30 hs. Libros
                    *Alto Palena (Bernardita Hurtado Low)
                    *Historias del País de las Aguas (Mario Enrique Contreras Vega)
                    *»Huaum» (Ana María De Mena)
20:00 hs. Homenaje a Donald Borsella
                    *Juan Carlos Moisés
20:30 hs. Disertación Especial