viernes, 25 de noviembre de 2011

MURIATIC & ALUMINIUM FESTIVAL


Este es un cuento de mi próximo libro. 


MURIATIC & ALUMINIUM FESTIVAL

  
Me dolió el ganglio toda la mañana, casi no pude tragar. Pero el trabajo está primero. Cutopardo, le Marchant! Y se da vuelta con la seguridad del dueño del máximo saber del arte de dos siglos Ya tengo el cronograma de actividades que la radio tanto pregona. Hice la actuación de humildad en el quiosco, asentar demagógicamente lo esperado vela el agridulce equilibrio social. Cutopardo oculta en su saco un aguamanil de plata cincelada de 1868. La Rosanafalasca tiene la pierna gangrenada pero insiste en cantar mientras y elige piezas mejores sentada en el circuito de Mónaco de su antigua vida.

Le reprocho a Cutopardo Marchant! ¿Para que lo ocultas? Dijimos solo piezas de aluminio, ¿o crees que voy a hacer ocho kilómetros con tanto cable sobre mis hombros para que te des gustos solo? Es extraño que a mi corta edad tenga yo este discurso tan firme. Dejen de ocultarme cosas, y por favor no desafilen las dagas españolas cortando tonterías, las necesitaremos para pelar las líneas de alta tensión.

Hacía mucho tiempo que no comía queso bree, un manjar exquisito tratándose de comida encontrada en una bolsa en una obra en construcción. Pasamos frente a nuestro ex trabajo, la Galería Stefanyk. Las paredes sostienen su violento rojo. Seguimos para la obra como todos los dias desde hace varios meses.
El obrero número tres mira a la Rosanafalasca y se hunde en sus ojos verdes. Mejor no mirar, hay mucho que hacer en este pozo. El lunes veintisiete se inaugura la nueva sede del Templo Máximo para la Enseñanza de Tiro al Pichón Hispanoamericano y tenemos que encontrar antes que nadie la historia bajo sus raíces, a nosotros tres, expertos en arte, todo nos parece importante aquí. La Rosanafalasca rechaza la mirada del obrero para venirse a la cuenca arqueológica soñando que nos hacemos ricos de una vez y ponemos una galería y organizamos nuestros propios festivales lo más snob posible.

Le Marchant dice que escarbamos sin razón, que no había aluminio en mil ochocientos. Yo lo sé, pero algo hay que buscar.
Como un rabdomante inconcluso saqueo de la tierra hermética una artesa portuguesa y dos tazas chinas de Menéndez Errazuriz. La Rosanafalasca se prueba un pendiente O’Gorman y mira pícara al obrero número tres. Adiós. Fin de la tarde.

Llevamos dos horas y media pelando…ya deberíamos descansar se queja le Marchant y es cierto, ya tenemos un kilo de aluminio y una montaña negra de plástico inservible. Aluminio puro, una delicia, se regodea la Rosanafalasca mientras sacude el ácido muriático. Me vuelvo iracundo cuando juguetea de esa manera. ¡No seas inconciente, no vamos a gastar una reacción solo por probar! Los planes hay que llevarlos a cabo con refinación y sobre todo, con meticulosidad.

¿Tienen bien el número de la Agencia de Cultura?- pregunta la Rosanafalasca. Eso es suficiente como para que él se vuelva loco.
¿Cómo te atreves a desafiar la agenda de un Ministro de Cultura?- pregunta el Marchant.
Ex, le Marchant, ex. La Rosanafalasca no cesa en enrostrarle a Le Marchant sobre su pasado de Ministro de Cultura y todo se vuelve una absurda parodia en el césped del parque que los paseantes miran embobados.
Tomo el caño de plástico, las dos botellas de ácido muriático, el kilo de aluminio y me marcho al puente Hirch. Así no se puede vivir.

La Rosanafalasca se lava la cara en la jofaína de Manuela Martínez Moreno de Álzaga Amenábar. Creo que la estirpe de la muerta late en su hermoso rostro, pero no podría asegurarlo, ya perdí esa condición.
Devuelvo religiosamente los instrumentos de sabotaje y los miro amenazándolos. ¿Vamos a hacer las cosas bien hoy? Madame Rosanafalasca, le Marchant…

Nada más es necesario, le Marchant  toma su agenda y nos dirigimos a la cabina telefónica a llamar al nuevo director de nuestra ex galería de arte.
Con su voz de cantante pretendida, la Rosanafalasca sentencia por teléfono: si no nos reincorporan a nuestro antiguo trabajo, inauguraremos esta tarde el Festival de ácido muriático y aluminio apuntado a la Galería Stefanyk… esto terminará con sus preciadas piezas decimonónicas…la prensa está avisada, la rancia vanguardia arde de curiosidad, ustedes sabrán… y vuelve a repetir toda la amenaza en inglés, comenzando por el clásico ladies and gentlemans.

El ganglio vuelve a dolerme y no soporto caminar media cuadra más con el caño de plástico en el hombro. Pero hay un plan y nada me aparta de una corta vida construida sobre el pilar de la minuciosidad.

Llegamos a la Galería Stefanyk y no están nuestros antecedentes donde los solicitamos. Ni pizca de nuestras carreras, ni en fotos, ni en papel, ni en pinturas, ni en nada.
¿Cómo se atreven? Le Marchant se lleva la mano a la cabeza antes de largarse a llorar desconsoladamente porque no volverá a ser Ministro. ¿No entienden que vamos a hacer una explosión? ¿No les importa la colección Domás Gardiner?, los Rivas Antier, La media tonelada de plata cincelada que volará por los aires?

La Rosanafalasca mete pequeños trozos de aluminio en una botella de champagne vacía, luego en otra y luego en otra más.
Cutopardo, le Marchant, vengativo, pone medio litro de ácido muriático y agita la botella antes de ponerla en el caño.
Yo lo apunto hacia la ventana de la Galería Stefanyk.

El vidrio Stratobel vibra sin romperse mientras nos devuelve la imagen de un tríptico piojoso, un tapón refinado y ecuánime en una ciudad que todo lo ignora.-