martes, 24 de marzo de 2009

La Vida Talentosa


Fue terminar de verla y volver a apretar el play.
LA VIDA EN ROSA, película del 2007 dirigida por Olivier Dahan que trata sobre la vida de Edith Piaf, es una de esas películas que uno reconoce larga y de tremendo peso emocional pero que insiste en volver a ver. Y una de las mayores atracciones que tiene esta película es la actuación de su protagonista, Marion Cotillard como la penetrante artista (y también sufrida, fascinante, controversial, encantadora, monstruosa, diva al fin) Edith Piaf e interactuando con una genialísima Sylvie Testud.
A Marion, de tan solo treinta y tres años, se le calcula la participación en unos ocho cortometrajes, cinco series de televisión y veintisiete largometrajes, entre ellos “EL GRAN PEZ” de Tim Burton (haciendo de Josephine) , “TAXI” de Luc Besson, “LARGO DOMINGO DE NOVIAZGO” de Jean Pierre Jeunet y “MARY” de Abel Ferrara, trabajos por los que ganó, o fue nominada, a premios de peso en el mundo cinematográfico.
Es más, solo por su protagónico en LA VIDA EN ROSA ganó el Premio a Mejor Actriz en TODOS LOS FESTIVALES DE PESO EN EL MUNDO CINEMATOGRÁFICO (Globo de Oro, Oscar, César, BAFTA y Sindicato de Actores)
Y se los merece de sobra, les diré. Marion es realmente talentosa y nada tonta. Esto último se confirma en esa fuerte declaración que hizo en “Paris Premiere”, en la que muy lúcida, y refiriéndose a la posible conspiración sobre el tema del 11 de septiembre, la bella actriz deslizó: ”¿Te muestran otras torres del mismo tipo, golpeadas por aviones, que hayan ardido??? Hay una torre en España que ardió durante 24 horas y nunca se derrumbó, y allí en unos minutos, todo se cae…”. Acto seguido Marion reconoce ocuparse de buscar otras voces en las teorías conspirativas de varios temas, (entre ellos si realmente el hombre pisó la luna), para lo que finalmente sentencia: ”no creo en todo lo que me dicen”.

Desenfadada y genial, Marion es simplemente brillante, y es digno de destacar el acierto al elegirla para interpretar a alguien tan fascinante como Edith Piaf.
Al ver la película otra vez, pasando por la escena de plano secuencia (sin corte alguno) llegando al final, donde una casi derrotada Edith termina uno de sus desbordes emocionales en un escenario (como siempre hizo, como nunca pudo dejar de hacer esta genial cantante) uno se da cuenta que como actriz, Marion tiene para rato, que más premios la esperan y que su peso actoral es concluyente.

La bella Marion tiene una vida en rosa, una vida talentosa. Marion dice lo que piensa, esgrime lo que cree, y no le importa nada de nada. Rian de rian. Como a Edith.

jueves, 19 de marzo de 2009

¡Ándale Manito!



Ocho meses despues de nacido el cine en Francia, México recibía la visita del nuevo invento, de ahí que se transformó en un “hermano mayor” en el tema, y eso es indiscutible: el cine mexicano es el mejor de América. En la última década de 1800, México descubría la fuerza documental junto con los rusos y Pancho Villa filmaba sus batallas, si LAS FILMABA para productores estadounidenses. Luego de la revolución se estancó un poco, pero renació en los años 30 con películas inolvidables como ALLÁ EN EL RANCHO GRANDE, con Tito Guízar.


La apoteosis fue en los años 40 con los cómicos Cantinflas y Medel y por otro lado con obras importantísimas como LOS OLVIDADOS de Luis Buñuel. En esa época surgieron grandes figuras como Pedro Infante, María Félix y Jorge Negrete. Durante los 50 y 60 Hollywood lo aplastó con su propaganda y el cine mexicano limitó su producción a dramas con guiones básicos. En los 70 la autocensura hizo su peor trabajo y el cine mexicano se silenció estrepitosamente. Los hermanos Almada comenzaron tocando el tema del narcotráfico y la acción urbana durante los 80, también en esa época tuvieron gran éxito las “ficheras”, películas picarescas sin demasiada trama.
Durante los 90 el cine mexicano retoma su liderazgo con películas de directores consagrados como Arturo Ripstein, quien es en la actualidad el director mexicano con más trascendencia internacional. Razones hay de sobra, si no, vea EL EVANGELIO DE LAS MARAVILLAS , EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA o LA VIRGEN DE LA LUJURIA, su última película.


Si le interesa divertirse con humor mexicanote, recomiendo LA LEY DE HERODES de Luis Estrada, película injustamente censurada que lleva a la pantalla la farsa política de manera hilarante. Si la idea es empaparse de los nuevos cineastas que están haciendo historia y llevándose todos los premios de academias extranjeras, puedo recomendar EL LABERINTO DEL FAUNO del genial (genialísimo) Guillermo del Toro (imaginaciones desbordante si las hay!) , LOS NIÑOS DEL HOMBRE de Alfonso Cuarón (director también de un episodio de Harry Potter) o directamente BABEL, de González Iñarritu, reciente ganador del Globo de Oro 2006 a la mejor película extranjera.


Insisto en que no fue casual, nada casual que el cine haya elegido México para aterrizar como primer destino en América. Los mexicanos saben hacer cine, conocen el tema, inventan y reinventan el lenguaje cinematográfico sorprendiéndonos. México sabe de cine, y mucho.

jueves, 5 de marzo de 2009

Independientes... ¿éramos los de antes?


Algunos dicen que el independiente fue el primer y mejor estado del cine, un estado primario que le permitía respetar el espíritu de la historia, una historia que era generalmente esbozaba por el creador en un papel arrugado, más que escrita en un programa de guión con un nombre largo en inglés (este último, plagado de exactitudes de tiempo y espacio).


Y si, suena como una descripción romántica con musiquita de Morricone atrás, pero capaz que tienen razón y este cine era realmente autónomo. A lo mejor sí sostenía su soberanía en el hecho de no ser un mero negocio, de no pretender ser diferente. Capaz que este cine no se sentía una moda, no llevaba el rótulo estampado “clase B”, y hasta puede que no luchara contra nada, que haya vivido y muerto respetando solo el SER , el existir no más.

Saliendo de la teoría apocalíptica sobre la independencia artística, uno se pregunta: ¿qué es ser independiente? ¿Tratar temas nuevos? ¿Trabajar con bajo presupuesto? ¿Ser de un país o de otro? ¿Qué marca la independencia en realidad? Y ahí asoman los íconos del caso y en esa valoración pareciera morir su santísima independencia. Entonces hablamos de ellos por épocas: que Resnais, que Manoel de Oliveira, que Nanni Moretti, que Kiarostami, que Takeshi Kitano, que Vinterberg o Von Trier, o los criollos Trapero y Rejtman. Ahí aparece también el público y algun crítico trasnochado que sentencia: “esta película es rara, casi no hablan, mucho menos ser ríen, no la entiendo, me marean los planos y la “cámara en mano” ...ah, es arte, pero del bueno, del independiente...”

Ser independiente no creo que sea tocar un tema nuevo (¿son posibles los temas nuevos?), ni tratar de dignificarse trabajando con bajo presupuesto, tampoco es aspirar a crear un nuevo lenguaje. La independencia en el cine no se viste raro ni se hace extraños cortes de pelo, supera esas características triviales, radica en realidad en hacerle caso a ese impulso elemental del que quiere hacer cine, intentando superar el hedonismo primario de esforzarse en ser diferente y exponiéndose naturalmente a hacer un mamarracho si es que así le sale. Agarrando la cámara no más, y saliendo a filmar.