jueves, 16 de noviembre de 2023

NOTA EN RADIO 3 ANDINA

 https://radio3cadenapatagonia.com.ar/nadine-aleman-presento-su-nuevo-libro-en-radio-3/



lunes, 6 de noviembre de 2023


Quiero compartir este reel 📽️📖 realizado por mi querido socio creativo Roberto Carinao ,con fragmentos de algunos cuentos como "Banquinazo, telón y después'", "La frialdad de las piedras", "Supuesta asistencia con el pino colbert", "Ardido el correcto funcionamiento", "Agua de silencio", "MaLAndra", "Alazán negro", "Natación" y "Los nueve nudos del diablo" .

Es muy fuerte "escuchar" a los personajes, espero que les guste  📖📚💓



 

lunes, 23 de octubre de 2023


 




DE MI PRÓXIMO LIBRO "LOS NUEVE NUDOS DEL DIABLO" 


ALAZÁN NEGRO
                                        

A Luis Cuadrado



Cuando se casan se visten de blanco. Y de blanco se visten en las playas en año nuevo. De blanco me dijeron que son las cosas finas, y la gente fina es flaca y blanca. La bondad parece que también es blanca.

Yo nací así. Le dijeron a mamá que yo tenía monocromatismo, que mi mundo se reduciría a la ausencia de color y que perdería agudeza visual cuando más luz hubiera. Todo al revés. Por eso sería que de chiquita me lo pasaba en el galpón, sentada en los fardos, jugando a adivinar quién pasaba por el portal y qué vendría a buscar. Y lo mejor era cuando entraba el alazán negro.

-Es un alazán, no es negro, es alazán, marrón rojizo, no es negro- me decía ofuscada Albina, una de mis cuñadas.


A mi no me importaba. Para mi vista sensible, percibir al alazán en el portal con sus orejas erguidas y su ronquido era de lo más placentero, prácticamente una melancolía dulce que me traía sosiego y seguridad.

-Sacate de encima a la ciega- solía decirle Albina decidida a mi hermano. -Esa chica tiene algo, ¿ves que todo lo ve al revés? siempre tu mamá la protegió mucho, pero esta chica asi trae desgracia- le horadaba Albina a mi hermano para apurar mi ausencia y a su vez, su titularidad absoluta en presencia y papeles.

Mis hermanos eran mellizos, y vivían hundidos en la tranquilidad de lo idéntico. Como idénticos eran ellos sus familias también lo eran. Todos tan blancos y tan iguales como sus intenciones. Idénticas.

Cada conversación que escuchaba de mis hermanos acerca de llevarme a un internado lejano, me llevaba al galpón, a los fardos a esperar la entrada del alazán y su diálogo reposado de patas inquietas y bufidos que me invitaban a caminar hasta los álamos, que me esperaban con su apaciguador sonido ondulante.

Más de una vez el chillido del alazán negro acompañado del manotazo les habían tirado los vasos. Los vasos que me traían mis cuñadas Blanca y Albina, siempre tan atentas con sus juguitos vaya a saber de qué, que me llevarían lejos de este campo.

Y asi no más nos íbamos con el alazán hacia el bosque cercano que nos recibía en su pacífica y sinuosa oscuridad.

Durante mucho, mucho tiempo los cuatro Insistieron en mandarme a la iglesia, como si furtivamente pensaran que mi mundo en blanco y negro mudaría mi temperamento de hija tardía a una harpía de oscuras voluntades.   

-¿Entonces la maldad es negra? - le pregunté a la monja.

-Claro, claro, la maldad es negra- sentenció la sor mientras salía apurada de la iglesia.


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Es la última vez que mis cuñadas van a intentar darme su juguitos. Eso ya lo decidí en este bosque que me cobija austero de brillos y luminiscencias vacuas.

Vibra el suelo húmedo bajo las pesadas pezuñas. El alazán negro me mira y veo su figura borrosa alejarse lenta. Los ojos se me nublan definitivamente. El alazán me ha convencido. Estiro la mano hacia sus orejas que van hacia adelante y hacia atrás con incertidumbre. La cola molesta da azotes. Lo toco nuevamente, la nariz está arrugada y la boca apretada de ansiedad. A las arrugas encima de sus ojos en este momento las interpreto preocupadas.

Ya no habrá modestia, ya no habrá sumisión. 

El alazán me mordisquea los brazos haciéndome reir. El resoplido me advierte del peligro. Voy a guardar tres juguitos más y me voy a ir a denunciarlos.

Porque a mí no me envenenan, eh, no, no. Voy a seguir viviendo en mis sombras, en el fiable aroma de mi campo; voy a seguir palpitando las tardes en compañía de mi alazán, guiada la caminata con la mano en su pescuezo. Porque el latido de la vida para mi es negro y punto. Como negro ha sido siempre para mis ojos, el mismísimo alazán.

 

 

 

 

viernes, 6 de octubre de 2023





De mi próximo libro LOS NUEVE NUDOS DEL DIABLO


LAS CARMELAS DEL EVENTO

 

Yo había borrado del celu la invitación a la entronación de Fede como juez, igual recordé ir con mis mejores medias. Siempre flasheo que algo puede pasar y voy a tener que sacarme los zapatos en algun evento público laboral. Las carmelas del evento ocultaban sus pies descalzos y sus remojadas intenciones, eso fue lo que más me conmovió.

El momento del saludo me fascinó a tal punto, que decidido me acerqué a coreografiar con todos. Estiré el cuello, sonreí moderadamente, demostré mi sorpresa tocando codos de cachemira y entorné los ojos para aspirar los aromas.

Las butacas están hace cien años en el Colón y no por eso saben bailar el lago de los cisnes dijo Forester y tres alrededor largaron la carcajada nerviosa y triunfal para humillarnos a los que no llegaremos a lo que él llegó.

 

 Yo sí que aquí aprendí cosas. Por ejemplo evitar el roce agresivo que saca chispas a mi saco de poliester azul y saberme todos los productos para la renovación de calzado; aunque debo reconocer que me fue complicado cuando se puso de moda el nobuk. Qué material difícil por Dios, qué revelador...Con el carpincho me pasó lo mismo. Le salían unas vetitas que me inquietaron al máximo, hasta que me di cuenta que era la gata la que durante la noche se afilaba las uñas cínica y perversamente para arruinármelas. Tuve que ir pasada las nueve de la noche a la zapatería para sacar de incógnito cuatro cajas de zapatos de la basura para resguardar mis deliciosas joyas de calzado que tanto esfuerzo me habían costado.

 

Es el nombramiento de Fede. Ya no Fede. Alberto Federico De Lanzarotti. Su señoría De Lanzarotti. Y yo para cuándo. Y Cata, y Clarisa, y Rodrigo y Milagros para cuándo.

Ay carajo piso mal y me doy cuenta que se me metió no más en el zapato la arena maldita de la vereda sin terminar. Qué incomodidad por favor.

 

Busco la mirada de Clarisa y la encuentro en franca agonía sonriendo con dientes apretados. A su lado Rodri, de brazos cruzados soporta la mano de Malvarez Ro en la pierna. Cerca cerca. Tan cerca que al mínimo movimiento Malvarez Ro estaría al tanto de sus fálicas proporciones. Rodrigo humillado me mira, y su mudo grito me suplica reserva. El más tonto chiste lo dejará abierto a la sospecha y adiós boda con Ariane, adiós suegros adiós navidad en Miami de piel dorada y tragos dulces como las delicias que sueña para su futuro.  

 

Cata se arregla la camperita de botones chiquitos. Gris. Gris como la vida que lleva junto a su madre viuda que no SE-MUE-RE-NUN-CA para dejarle la casa de una vez por todas y ponerla ella a su manera, como la quiere, blanca. Como la quiere, blanca y minimalista, sin esas carpetitas a crochet de...PASE PASE DOCTOR ANGRA RICCO, POR FAVOR ... y por un segundo el viejo torpe me saca de mis pensamientos de miseria y opresión y no hace más que ponerme en mi lugar. Literalmente. Al lado de la puerta, metiéndome el picaporte en las lumbares para que pase él y todas las eminencias que han venido a saludar a Fede y a lustrar su futuro que pasó de ilusorio a real.

La envidia es un espejo cruel y paralizante. Se siente como piernas fantasmas en ese sueño que te impide avanzar. Es esa cuerda vocal que no permite que grites, que te baña en nulidad la vida. Ese minuto revelador que te deja contra el picaporte a vos y a esas pobres carmelas deseantes a las que van a crecerles los hongos de la demora en los huecos de la permanencia húmeda en que se hunde la prórroga fatal.

 

¡Me revienta este edificio...el ascensor no tiene espejos! Se queja Milagros atravesando apurada y apretujada para saludar a Fede y sonreir nerviosa hasta que Marita, su esposa, la haga bajar la mirada porque descubrió los mensajes que le envía a su marido, tan juez maridado en la maridez de Marita experta en maridajes de queso y vino.

 

Acá adentro se ha investigado, se ha impartido justicia e injusticia con la misma intensidad. Acá se desnuda a la gente, a la intención, al objeto, al fin, al intento, al propósito, a la mismísima muerte la hemos despellejado pero nunca se ha revelado lo impensado que habita en nosotros mismos. Tampoco se ha hablado de las pretenciones de los que no pueden acceder y elevarse gloriosos en una exquisita entronación como le ha sucedido a Fede hoy.

No hablaremos jamás del sesgo que las humildes intenciones van goteando detrás de todos y cada uno de nosotros. Porque acá el deseo no aparece desnudo ni aparecerá, más bien bailará en el rebote de miradas que se esfuerzan por esconder el aullido agónico del que espera. En ellos yo. Y Cata, y Clarisa, y Rodrigo y Milagros y nuestro ¿para cuándo...?.

 

Ya no soporto esta arenita en los zapatos. Ni el calor del contacto humano. La agazapada gloria de los que llegaron me asfixia, me lloran los ojos de acidez, necesito salir, probar la solitaria frescura de descenso a mi oficina y apoyar mis manos en el escritorio de chapa. Lo que necesito es recuperarme. ¿Ya te vas? Me sorprende Clarisa. Yo también quiero descansar me dice. ¿Descansar?, ¿de los espejos y espejismos que acaban de atravesarnos filosos será?. ¿Descansar?, que será descansar le pregunto a los escalones por los que desciendo.

Es cerrar los ojos, olvidarse de las piedras afiladas que como miradas hubieran podido herirte. Es aspirar el aroma ese de los otros, tan mezclados como evitativos. Tan muertos pero a su vez tan vivos ¿no?.