viernes, 25 de noviembre de 2011

MURIATIC & ALUMINIUM FESTIVAL


Este es un cuento de mi próximo libro. 


MURIATIC & ALUMINIUM FESTIVAL

  
Me dolió el ganglio toda la mañana, casi no pude tragar. Pero el trabajo está primero. Cutopardo, le Marchant! Y se da vuelta con la seguridad del dueño del máximo saber del arte de dos siglos Ya tengo el cronograma de actividades que la radio tanto pregona. Hice la actuación de humildad en el quiosco, asentar demagógicamente lo esperado vela el agridulce equilibrio social. Cutopardo oculta en su saco un aguamanil de plata cincelada de 1868. La Rosanafalasca tiene la pierna gangrenada pero insiste en cantar mientras y elige piezas mejores sentada en el circuito de Mónaco de su antigua vida.

Le reprocho a Cutopardo Marchant! ¿Para que lo ocultas? Dijimos solo piezas de aluminio, ¿o crees que voy a hacer ocho kilómetros con tanto cable sobre mis hombros para que te des gustos solo? Es extraño que a mi corta edad tenga yo este discurso tan firme. Dejen de ocultarme cosas, y por favor no desafilen las dagas españolas cortando tonterías, las necesitaremos para pelar las líneas de alta tensión.

Hacía mucho tiempo que no comía queso bree, un manjar exquisito tratándose de comida encontrada en una bolsa en una obra en construcción. Pasamos frente a nuestro ex trabajo, la Galería Stefanyk. Las paredes sostienen su violento rojo. Seguimos para la obra como todos los dias desde hace varios meses.
El obrero número tres mira a la Rosanafalasca y se hunde en sus ojos verdes. Mejor no mirar, hay mucho que hacer en este pozo. El lunes veintisiete se inaugura la nueva sede del Templo Máximo para la Enseñanza de Tiro al Pichón Hispanoamericano y tenemos que encontrar antes que nadie la historia bajo sus raíces, a nosotros tres, expertos en arte, todo nos parece importante aquí. La Rosanafalasca rechaza la mirada del obrero para venirse a la cuenca arqueológica soñando que nos hacemos ricos de una vez y ponemos una galería y organizamos nuestros propios festivales lo más snob posible.

Le Marchant dice que escarbamos sin razón, que no había aluminio en mil ochocientos. Yo lo sé, pero algo hay que buscar.
Como un rabdomante inconcluso saqueo de la tierra hermética una artesa portuguesa y dos tazas chinas de Menéndez Errazuriz. La Rosanafalasca se prueba un pendiente O’Gorman y mira pícara al obrero número tres. Adiós. Fin de la tarde.

Llevamos dos horas y media pelando…ya deberíamos descansar se queja le Marchant y es cierto, ya tenemos un kilo de aluminio y una montaña negra de plástico inservible. Aluminio puro, una delicia, se regodea la Rosanafalasca mientras sacude el ácido muriático. Me vuelvo iracundo cuando juguetea de esa manera. ¡No seas inconciente, no vamos a gastar una reacción solo por probar! Los planes hay que llevarlos a cabo con refinación y sobre todo, con meticulosidad.

¿Tienen bien el número de la Agencia de Cultura?- pregunta la Rosanafalasca. Eso es suficiente como para que él se vuelva loco.
¿Cómo te atreves a desafiar la agenda de un Ministro de Cultura?- pregunta el Marchant.
Ex, le Marchant, ex. La Rosanafalasca no cesa en enrostrarle a Le Marchant sobre su pasado de Ministro de Cultura y todo se vuelve una absurda parodia en el césped del parque que los paseantes miran embobados.
Tomo el caño de plástico, las dos botellas de ácido muriático, el kilo de aluminio y me marcho al puente Hirch. Así no se puede vivir.

La Rosanafalasca se lava la cara en la jofaína de Manuela Martínez Moreno de Álzaga Amenábar. Creo que la estirpe de la muerta late en su hermoso rostro, pero no podría asegurarlo, ya perdí esa condición.
Devuelvo religiosamente los instrumentos de sabotaje y los miro amenazándolos. ¿Vamos a hacer las cosas bien hoy? Madame Rosanafalasca, le Marchant…

Nada más es necesario, le Marchant  toma su agenda y nos dirigimos a la cabina telefónica a llamar al nuevo director de nuestra ex galería de arte.
Con su voz de cantante pretendida, la Rosanafalasca sentencia por teléfono: si no nos reincorporan a nuestro antiguo trabajo, inauguraremos esta tarde el Festival de ácido muriático y aluminio apuntado a la Galería Stefanyk… esto terminará con sus preciadas piezas decimonónicas…la prensa está avisada, la rancia vanguardia arde de curiosidad, ustedes sabrán… y vuelve a repetir toda la amenaza en inglés, comenzando por el clásico ladies and gentlemans.

El ganglio vuelve a dolerme y no soporto caminar media cuadra más con el caño de plástico en el hombro. Pero hay un plan y nada me aparta de una corta vida construida sobre el pilar de la minuciosidad.

Llegamos a la Galería Stefanyk y no están nuestros antecedentes donde los solicitamos. Ni pizca de nuestras carreras, ni en fotos, ni en papel, ni en pinturas, ni en nada.
¿Cómo se atreven? Le Marchant se lleva la mano a la cabeza antes de largarse a llorar desconsoladamente porque no volverá a ser Ministro. ¿No entienden que vamos a hacer una explosión? ¿No les importa la colección Domás Gardiner?, los Rivas Antier, La media tonelada de plata cincelada que volará por los aires?

La Rosanafalasca mete pequeños trozos de aluminio en una botella de champagne vacía, luego en otra y luego en otra más.
Cutopardo, le Marchant, vengativo, pone medio litro de ácido muriático y agita la botella antes de ponerla en el caño.
Yo lo apunto hacia la ventana de la Galería Stefanyk.

El vidrio Stratobel vibra sin romperse mientras nos devuelve la imagen de un tríptico piojoso, un tapón refinado y ecuánime en una ciudad que todo lo ignora.-


jueves, 13 de octubre de 2011

EL ODIADOR DE ÁRBOLES (cuento de mi próximo libro a publicar)

Es de esas actrices que dejan morir a un hijo de hambre y siguen yendo al gimnasio envueltas en calza, buzo, vincha y anteojos negros. No repara en nada, ni siquiera en su deformidad.

Lo inventó como a un perchero al que le colgó prendas. Él se sacude, las prendas desaparecen y ella viene a mí como un faro moderno sin batería. No lo quiere si no es el que inventa. No le tiene la más mínima paciencia y sigue sumiéndolo en su brutalidad simbólica día tras día. Una vergüenza. O peor, una estupidez que yo no permitiría pero que finalmente adhiero apasionado. No es que la ame, solo intuyo la tormentosa depresión que le espera en diez años y me solidarizo con antelación, asumiendo mi ausencia.

A raíz del problema han salido en el Science Channel pero había demasiados niños hindúes para operar y solo los escucharon durante diez minutos para ni siquiera filmarla mientras lloraba desesperada por una solución. Intentaron algo mayor en el Surgery Channel. Llegaron a un trato pero el director de programación se desdijo cuando apareció el búlgaro aquél que vivió treinta años con un triciclo pegado a la pierna luego de la explosión en Varna.

Para ser más directos: a ella le salen plumas, y no es este un cuentito de ciencia ficción, es una realidad. Échenles la culpa a las hormonas en los cogotes de los pollos de supermercado, a los fiambres vencidos lavados con ácido clorhídrico o a la carne de pavo acaramelado que importan los chinos. A ella le salen plumas y el marido se volvió Munchausen (ese síndrome que mantiene al pariente enfermo para llamar la atención).

El colmo de la semana pasada fue la chiquita que salía de la escuela de danzas y la fotografió pensándola primera figura del lago de los cisnes. Ella no lloró. Solo pensó en vivir en el sur, en un valle, en un cañadón que la apriete por la mañana y al atardecer. Le repite que no ve la hora de tener árboles cerca, que la protejan. Él se atraganta con las situaciones, pero en los probadores se ríe a carcajadas. En algún momento le dio impresión abrazarla pero compró una pipeta antipulgas, y esperó a las dos de la mañana para insertarla en los omóplatos de su amada.

Estuvimos juntos el viernes. Los poros abiertos, las puntas casi plásticas saliéndole de la piel me impidieron besarla pero enmascaré el asco con una fingida comprensión que permitió virar todo a una charla sobre su olvidada aracnofobia. Me habló dos horas sobre ese pueblo cerca del bosque, del cañadón y de los árboles que la resguardarían de los curiosos, y por supuesto también de los periodistas a los que ahora tanto busca, pero después evitará viviendo en esa casa rodeada de árboles y bordando diariamente un almohadón con hilos de dignidad hierática, en donde apoyará todas las noches su cabeza emplumada e hipócrita.

La conozco.

Él marido también sabe todo esto y, bañado en su síndrome de Munchausen, la acompañará, despidiéndose de la civilización, retirándose lento a aprender ornitología al sur.

Ella matará las primeras tejenarias domésticas pero con el tiempo se asumirá y dejará de reparar en ellas y sus telarañas. Él usará estos binoculares que le estoy regalando y hará leña del árbol caído. Literalmente. Con el tiempo ella me olvidará y olvidará también sus incipientes plumas bajo el suéter de lana cruda. Él creerá que la ama y buscará alguna nueva enfermedad en su latente síndrome.

Seguramente yo iré a alguna redacción de diario sensacionalista y contaré que Quetzal, la mujer emplumada vive en el sur, y daré coordenadas exactas para que la encuentren y hagan de ella la famosa noticia que tanto deseó ser. En otoño los árboles no tendrán hojas, el alquiler de helicópteros será más barato y los cronistas se lanzarán sorprendiéndola mientras intenta ocultar su crecida barba de plumas. El pobre marido odiará los árboles y huirá de la vergüenza, cayéndosele en el camino su simulada hojarasca complaciente.

Yo no haré más que esto que hago ahora, jugar pacientemente al ajedrez y abominar el follaje que la resguarda cada vez que se aleja de mí.


viernes, 15 de julio de 2011

DOOR NUMBER 202 (by my book 17 SIMPLES STORIES)

I was six when we came to live to this house. My father had lost his job, and he, my mother and I came to live in this place, the old and big house of my grandmother.

The house was old, damp and with the musty smell of closed rooms that made me dream with ghosts and out of this world creatures that would attack me at the entrance passage when I came into the house or when I went to put out the garbage container

I lived in world old mistery and fantasy and the place helped to it with its sordidness.

I lived long hours at the pavement outdoors, playing with a ball, waiting for some kids to appear and play with me, but nobody ever appeared and I ended by playing by myself muttering to the cats and dogs around, that used to watch my play.

The first day of school, my mother dressed me carefully and I gathered the school things of last year I was feeling sad and walked lonely along the entrance passage, when I heard a door opening, the number 202 and I looked back to see if somebody was at the door, but nobody appeared.

Every day I came from school and walked thru that passage to my apartment, the number of the door number 202 half opened but nobody came out. Anyway, I felt somebody was there watching me.

One morning, when I came back from school I pitched the ball noisily through the passage in the hope that somebody would come out to play with me, the door opened, and a pair of eyes leveled to my height looked at me, I smiled happily, getting nearer the door when this was shut with a bang and I was left without my potential friend inside.

I came back, pitching the ball noisily along the passage when the door half opened and there came out from it a strong smell of the kerosene used for cleaning floors.

Some days went by, I always pitching the ball in front of it, at last, one day the door half opened and shut after I passed.

One day, I passed walking quietly, the door was half opened and I looked through it, there were those eyes looking at me, there were viscous eyes, and there felt over them a patch of thin yellow hair and a piece of dry, yellow skin that looked like a piece of parchment, resembling a face, I was afraid and made as if I had seen nothing and walked to the pavement to play as usual.

Time passed, I got to my seventh birthday and gave a party for my school mates and cousins, I bid good bye to the last of my friends, so I walked back to the apartment and when I went in front of the door, it was open and I heard the voice of a woman that said “How many times y must tell you to shut the door!”, and there was the familiar odour of kerosene for the floor.

Some few years passed. One day, as I was coming back with my mother, we say an ambulance where they were loading a small black nylon bag more or less my size. Mother passed without looking and squeezed my hand to hurry up.

I felt relieved and anguished at the same time. Relieved, because I used to dream with those viscous eyes and those dry little hands that opened and shut the door, and anguish because something unknown hindered me to go further that time.

I inherited my grandmother house, and actually I live there with my wife and son. The strong kerosene smell has been replaced by the sweet odour of ceramic wax. My son has the same age as I was when we came here and walks the same passage, and I swear that, without having to tell him anything, I hear him pitching the ball noisily in front of the door number 202, and I close myself in the apartment, so as not to hear open and shut the number 202 door.

(short stories, “17 SIMPLES STORIES” )


miércoles, 8 de junio de 2011

DECÁLOGO DEL FORASTERO ENGREÍDO

Diez claves para comenzar en una tierra extraña si usted es un foráneo ventajero

1) Llegue al lugar convencido que usted está en ese pueblo por motivos de seguridad o porque busca la paz bajo un árbol con hongos y pajaritos. Usted no fracasó de donde viene, sino que tiene la deferencia de salir por el mundo a sembrar un saber que no tiene pero que imagina poseer.



2) Hable mucho de lo que no sabe y participe activamente en toda propuesta colectiva que se suscite en el nuevo lugar. Hágase profesor o tallerista de lo que no tiene idea, propóngase concejal, asesor o cooperativista. O directamente arme una institución en la que usted, por supuesto, sea el Presidente.



3) Apúntese en altos rangos laborales aunque no tenga capacitación ni experiencia. Piense todas las mañanas: “¡Este es el lugar y el momento para experimentar!” y anímese a tomar ese puesto de neurocirujano o de sereno en la central nuclear de una vez.



4) Haga gala de diversos viajes al exterior, herencias, familiares ilustres, títulos de propiedad, académicos y nobiliarios si es necesario. Pero no tanto como para despertar la curiosidad que lleve al intento de corroboración del lugareño sobre los mismos.



5) Hágase los amigos necesarios para cada ocasión y luego propóngale que le ayuden en su proyecto, el lugareño lo hará en franca camaradería. Para esto, primero observe el perfil de cada uno, acérquese midiendo la distancia (recuerde que usted sabe más que nadie de absolutamente todo) y estudiando para qué le puede servir el sujeto en cuestión (Ej: Tito puede pintarme el local, Marcela sabe cocinar bien, Cacho es grandote y puede hacer fuerza… etc, etc). Elogie el lugar pero tampoco tanto, de modo que el interlocutor se sienta en deuda y acepte ayudarlo sin cobrar. Entre sus contactos base para instalarse cómodamente deberá contar con: un amigo con dinero, un municipal, uno con familia tradicional, un médico, un abogado, un bancario, un plomero y uno con taxi flet.



6) Exponga siempre su opinión sobre absolutamente todo, preferentemente en público, en voz muy alta, argumentando con palabras complejas y reforzando con ilusorias relaciones con personalidades del rubro político, social y/o financiero de su país y del exterior.
(Ej: “...cuando yo estuve de Gerente General de la Station Sprite Doolittle, viajé a mucho a Massachusetts y allí conocí al CEO de Saint Julien Corporation, entonces tengo el número del Ministro Mengano de bla bla bla…”)



7) “A río revuelto ganancia de pescador”. Intente dividir los grupos que ya existen, su liderazgo tiene que notarse. Hable mal de cuanta institución y asociación exista, hágalo frecuentemente y en medios masivos. Eche por tierra todos los proyectos que otro pueda tener, senténcielos al fracaso si usted no participa y todo esto justifíquelo con experiencias fantasma que usted nunca tuvo pero que supone y de las cuales, por supuesto, ya sabe le final.
(Ej: “¡El club Negrito Lindo Sport es una verdadera vergüenza!!!, yo no sé cómo aguantó veintiocho años lleno de chicos y viejos que juegan a la pelota de trapo en patineta! Lo que hay que hacer es levantar siete canchas de squash y asociar a los empresarios brasileños como hicimos en Blablito Sociedad Anónima el año pasado y bla bla bla…!)

8) Hable de su experiencia y de contactos millonarios que acudirán si usted presenta un proyecto en la región. Asesore todo el tiempo aunque nadie le pregunte nada.
(Ej: “...nada de cosechar lechuga como en los últimos cuarenta años, don Juancito, lo que usted debe hacer en estas cinco hectáreas es alquilármelas a mí a un precio bajo como para empezar, y yo me encargaré de mandar a construir catorce cabañas de máximo confort con José X, un constructor de la Ciudad Autónoma de Cacarulo y bla bla bla…”)



9) Recuerde: usted no fracasó en ningún negocio, no fue abandonado por su mujer y no lo echaron de ningún trabajo. Usted no cometió ningún error, usted está en este pueblucho despreciable por incomprendido, nada más.
Convénzase de esto y sobre todo, intente fuertemente convencer a los demás.



10) Finalmente haga contacto con uno igual que usted para juntarse a intercambiar anécdotas sobre lo fácil que es instalarse y hacer plata en el Interior.




(Este es un decálogo de ficción de mi autoría, cualquier semejanza con la realidad es una irreversible coincidencia...)


domingo, 29 de mayo de 2011

EL LLAMADO



Carina pasa ensimismada, sonriendo tibiamente, a modo de saludo, al guardia que la mira perderse en el baño del mall. Ya en el baño, el lavabo es testigo de su elucubración político-social ante el intempestivo llamado a su celular, donde oyó una discusión entre un hombre de evidente acento extranjero con un niño en brazos que lloraba y un jefe que lo exhortaba a seguir trabajando en el taller de costura sin quejarse. “¿Y si lo denuncio? No mejor no lo denuncio. Es la vida del extranjero en este país. Si. Yo creo que debo denunciar, este llamado no puede haber sido casual, es un pedido de auxilio concreto, pero esta gente no habla el idioma y tal vez no puede comunicarse bien, quien sabe lo que estarán sufriendo. No mejor no me meto nada, es problema de cada uno ¿me voy a poner yo a solucionar este tipo de atropello racial?.”

Carina se mira fijamente al espejo del baño y se dice a sí misma: “sos una simple empleada de óptica, no te metas en lo que no podés solucionar, no tomes estas causas como tuyas, Carina, cuidá tu metro cuadrado y sobreviví”.
De vuelta al local 9 del céntrico mall, sucursal número 124 de Ópticas Corneaflot, Carina se exhorta a sí misma: “Pero el pobre chiquito lloraba…yo lo denuncio, una criatura, por más extranjera que sea no tiene por qué pagar semejante inhumanidad” Tomando la guía de calles, la joven decide cambiar su magra vida por un poco de acción social. “¿Donde estará esa calle? A ver. Calle Los Suspiros y Pedro Donoso… , aquí está, Recoleta. Debe ser un taller de ropa, o algo así, quien sabe cuántos extranjeros en condiciones infrahumanas debe haber allí. Quien sabe la violencia a la que son sometidos día a día, hombres, mujeres y niños, pero siempre hay una luz, alguna salida, una llamado como este que me tocó a mí. Los Suspiros y Pedro Donoso. Debe haber miles de galpones por aquí, talleres clandestinos…ay Carina, métete en lo tuyo mejor”.

Carina deja la guía de calles, deja calmar su ansiedad y se repite a sí misma “pero…esta gente también… venirse de tan lejos… ¿Qué sería?, ¿Un ruso, un rumano? ¿Hay mucha diferencia entre unos y otros? ¿Tan mal están en Rumania para venirse a que los jodan acá? ¿Cuántos nenitos tendrá este tipo? ¿Serán todos rubiecitos? ¿Por qué no los dará en adopción para que no sufran?, en realidad, por qué no se cuidarán para no tener tantos pibitos!.. ay ese nenito llorando me partió el corazón… yo llamo, yo denuncio…”.
Carina hojea la guía de calles, y se pregunta lo mismo que cualquiera se preguntaría. “¿Sería del rumano el teléfono, o del mismo hijoeputa patrón que al zamarrear al rumano se le escapó un llamado? ¿Sería ruso o rumano al final?”
Entra una mujer oliendo a Nina Ricci y a aburrimiento, quiere que la única empleada de Corneaflot en ese momento, le muestre cuatro pares de Sofía Loren que hay en la vitrina, preciosos, un sueño.
Como un guiño, un santo y seña a su realidad, la joven echa mano a la frase aprendida en el curso de ventas de Corneaflot.

Carina abandona la lucha social, baja los brazos finalmente ante la injusticia social que le tocó ver hace un momento con ese llamado y repite: “Buenas tardes, señora, ¿en qué la puedo ayudar?.”-



martes, 19 de abril de 2011

CORTESMENTE

Este cuento es uno de los que conforman mi primer libro: 17 Simples Cuentos. Se titula CORTESMENTE.


La señorita Andrea me saluda con simpatía, todas las mañanas me sonríe al salir. Yo me siento bien cuando la gente pasa y me saluda. Pero hay gente que no lo hace, que cree que porque sólo barro no merezco que me saluden cortésmente. Don Gerardo también me saluda, es viejo, siempre anda de traje y corbata y tiene olor a tabaco, levanta su sombrero para contarme que hace frío, que está húmedo o que “fríos eran los de antes”. A mí me gusta barrer, no quiero hacer otra cosa, ese golpe en la cabeza cuando era chico, hizo que la mitad de mi cabeza dejara de crecer y que mi cerebro estuviese apretado allí para siempre. Mi mamá decía que no tenía que hacerle caso a las voces que a veces escuchaba, mi papá me pegaba porque decía que yo inventaba fantasmas, ¡pero los veía de verdad!
Me gusta barrer, aunque a veces me canso porque me agarran como unas ganas de barrer todo rápido y no puedo parar; en el sótano, a veces agarro el martillo y le doy y le doy a un clavito, y hasta me lastimo pegando con el martillo, pero no puedo parar.

Mamá no está para preguntarle, ahora tengo que arreglarme solito, porque soy grande. Papá me dice (cuando no toma vino) que tengo 43 años, yo no sé cuanto es 43 pero parece que es mucho. Extraño a mamá, ella me entendía, nos quedábamos dormidos mirando la tele a la noche. El gato se fue cuando ella murió, nunca más lo encontré, y eso que lo busqué por todo el barrio. Extraño a mamá, ya no como más guiso desde que mamá no está.

La señora del quinto no me saluda, es como una actriz de la tele con sus pieles de animales en el cuello y siempre tiene olor a flores. Ella antes tenía un perrito, se le escapó, yo lo encontré y se lo iba llevando al quinto, pero el perrito me mordió en el ascensor, le pegué y no pude parar; cuando me di cuenta se había muerto. Fue como lo que me pasa con el martillo o con la escoba, que no me puedo detener, lo tuve que poner en una bolsita y guardarlo en el bote de basura para que el conserje don Arturo no me retara.

El novio de la chica del segundo me dice “engendro” y la chica se ríe, y yo me río si la chica se ríe, total, no sé lo que será “engendro”. Esa chica es linda, tiene el pelo largo y tiene olor a manzana a la mañana. Ella me saluda cortésmente y me da chicles, el novio no.

Pienso en lo que más me gusta en el mundo: los gatos y sus bigotitos que se mueven como antenas, comer dulce de leche tirado en la cama cuando es de noche, la tele cuando cantan y bailan, el olor a manzana de la chica del segundo, alcanzarles la pelota a los chicos cuando se les sale de la plaza y que me saluden cortésmente cuando yo barro a la entrada y pasa la gente a la mañana.

Estoy solito sentado aquí en el sótano, con el martillo en la mano, y tengo sangre pero no me duele nada, la sangre es de la cabeza del novio de la chica del segundo, que está tirado ahí, pero yo no me puedo mover a ayudarlo. Me da ganas de llorar, mi papá me va a retar, ¿cómo le voy a explicar que el chico me vino a pedir algo y me dijo “engendro”, y que yo estaba con el martillo y no me pude detener?

viernes, 4 de marzo de 2011

MÍSTICA EN EL MELIPAL

El Martes 8,  a las 20 hs.
en el Centro Cultural Melipal
se realizará  la Muestra Performática MÍSTICA,
en el marco del Día Internacional de la Mujer.

La entrada es libre y gratuita. Es precisa la puntualidad dado que el inicio de la muestra es performática (danza y video).  

El espectáculo es recomendado solo para adultos.




MÍSTICA surgió por la necesidad de descontracturar el concepto de la muestra pictórica tradicional.
La idea principal fue hacer de una muestra pictórica una muestra performática.
Para ello, la artista plástica Dana Parisi convocó a Cecilia Loffredo (Licenciada en Psicología, y también reconocida coreógrafa y bailarina), a Néstor Tejeda en Arte y a mí en la puesta en escena para armar una performance multidisciplinar en la que cada área interpretara, y a su vez participara, activamente en la muestra.

Se dio una interesante unidad de criterio en cuanto a la obra de Dana y se creó MÍSTICA como muestra performática.

Am Internationalen Tag der Frau Plastikkünstler Dana Parisi zusammen mit dem Choreographen Cecilia Loffredo, Néstor Tejeda in Kunst und mir im Stellen in Szene wollen Sinn im voraus eine Probe performatik darin wir Kulturelles Zentrum Melipal, Am 8. März, in 20 Stunden, Künstlerische Leistung.


MYSTIK entstand für das Bedürfnis nach gebrochen der Begriff der bildlichen traditionellen Probe.

martes, 1 de febrero de 2011

LOS PASOS (cuento - 17 Simples Cuentos)



Era el primer sábado que yo iba a ver a una amiga. Desde el accidente de Mauro no me había atrevido a salir. Me quedaba como una esposa cariñosa y atenta a cuidar a mi marido que no podía hablar, y caminaba con dificultad. La recuperación hasta aquí había sido lenta, mi vida se había postergado bastante en función de él. Su carrera había desaparecido, y mis sueños de una vida mejor se esfumaban con un marido en ese estado.

Esa tarde, él aprovechó para encerrarse en mi consultorio y hundirse en su hora de meditación sobre la alfombra. Yo salí y le encomendé una simple tarea, en el afán de quitarle la constante sensación de inutilidad que lo embargaba: debía llevar un bolso con algunas cosas al garage. De ahí en más el azar se haría cargo de nuestros destinos, yo ya había hecho mi parte.

El calor pesado y la tormenta gris avecinándose traían desde la lejanía el sonido de los niños apurándose a llegar a sus casas en bicicleta, y acercaba los rumores callejeros, creo que eso lo relajaba y lo invitaba a entregarse a ensoñaciones de una recuperación cada vez más lejana por el irreversible daño neurológico que había sufrido en el accidente.

Mauro adoraba la tranquilidad de mi consultorio los sábados a la tarde, y teníamos desde siempre el tácito compromiso de permitirnos disfrutar de las cosas por separado. A mí me costaba dejarlo en ese estado pero él, a su manera, me había pedido que fuera así.

En un segundo, un trueno inauguró la fiesta de agua que comenzó a volcarse sobre la ciudad. Yo me fui en el auto a la casa de mi amiga, no sin antes responder al saludo resignado de Mauro desde la ventana del consultorio. Una parte mía quiso regresar, pero yo solo avancé indiferente.

No pasó mucho tiempo hasta que volví y encontré a mi marido tirado en la puerta de la cocina. No puedo explicar el sordo grito que explotó dentro de mí. Mauro no estaba desmayado. Mauro estaba muerto, con la tijera de podar de Jacinto clavada en su hígado.

Pensé en Jacinto, el jardinero, mi paciente psicótico que esa tarde iba a venir a terapia. Debe haber creído que yo vivía sola, y seguramente cuando vió a Mauro salir con el bolso que debía llevar al garage, pensó con la certeza propia de su patología "es un ladrón". Y lo mató.

Jacinto y su transferencia. ¡Quién sabe qué pensó cuando vió a Mauro! Y sí, Jacinto pensó en mí, como yo esperaba. Pobre Jacinto, ahora estará escondido por ahí, tratando de entender qué fue lo que hizo. Me sentí culpable por no haberme adaptado a la situación de Mauro, por no haberlo amado más, por haber jugado con la patología de Jacinto, me sentí culpable por la naturalidad de mi planificación. Pero también me sentí libre.

Dejé tranquilo su cuerpo, tendido ahí, en la puerta de la cocina. Caminé hacia los arbustos arrastrando el bolso con algunas joyas mías y los candelabros de plata que él debía dejar en el garaje. No pude hacer nada más. Solo me quedé ahí, acariciando las manos de Mauro, mi marido enfermo, mi marido muerto.

El agua se mezcló con mis lágrimas tardías, y caprichosa intentaba, como un cómplice indolente, lavar los pesados pasos de Jacinto en el barro que, como arrepentidos, se resistían a desaparecer.
Esperé.