domingo, 29 de mayo de 2011

EL LLAMADO



Carina pasa ensimismada, sonriendo tibiamente, a modo de saludo, al guardia que la mira perderse en el baño del mall. Ya en el baño, el lavabo es testigo de su elucubración político-social ante el intempestivo llamado a su celular, donde oyó una discusión entre un hombre de evidente acento extranjero con un niño en brazos que lloraba y un jefe que lo exhortaba a seguir trabajando en el taller de costura sin quejarse. “¿Y si lo denuncio? No mejor no lo denuncio. Es la vida del extranjero en este país. Si. Yo creo que debo denunciar, este llamado no puede haber sido casual, es un pedido de auxilio concreto, pero esta gente no habla el idioma y tal vez no puede comunicarse bien, quien sabe lo que estarán sufriendo. No mejor no me meto nada, es problema de cada uno ¿me voy a poner yo a solucionar este tipo de atropello racial?.”

Carina se mira fijamente al espejo del baño y se dice a sí misma: “sos una simple empleada de óptica, no te metas en lo que no podés solucionar, no tomes estas causas como tuyas, Carina, cuidá tu metro cuadrado y sobreviví”.
De vuelta al local 9 del céntrico mall, sucursal número 124 de Ópticas Corneaflot, Carina se exhorta a sí misma: “Pero el pobre chiquito lloraba…yo lo denuncio, una criatura, por más extranjera que sea no tiene por qué pagar semejante inhumanidad” Tomando la guía de calles, la joven decide cambiar su magra vida por un poco de acción social. “¿Donde estará esa calle? A ver. Calle Los Suspiros y Pedro Donoso… , aquí está, Recoleta. Debe ser un taller de ropa, o algo así, quien sabe cuántos extranjeros en condiciones infrahumanas debe haber allí. Quien sabe la violencia a la que son sometidos día a día, hombres, mujeres y niños, pero siempre hay una luz, alguna salida, una llamado como este que me tocó a mí. Los Suspiros y Pedro Donoso. Debe haber miles de galpones por aquí, talleres clandestinos…ay Carina, métete en lo tuyo mejor”.

Carina deja la guía de calles, deja calmar su ansiedad y se repite a sí misma “pero…esta gente también… venirse de tan lejos… ¿Qué sería?, ¿Un ruso, un rumano? ¿Hay mucha diferencia entre unos y otros? ¿Tan mal están en Rumania para venirse a que los jodan acá? ¿Cuántos nenitos tendrá este tipo? ¿Serán todos rubiecitos? ¿Por qué no los dará en adopción para que no sufran?, en realidad, por qué no se cuidarán para no tener tantos pibitos!.. ay ese nenito llorando me partió el corazón… yo llamo, yo denuncio…”.
Carina hojea la guía de calles, y se pregunta lo mismo que cualquiera se preguntaría. “¿Sería del rumano el teléfono, o del mismo hijoeputa patrón que al zamarrear al rumano se le escapó un llamado? ¿Sería ruso o rumano al final?”
Entra una mujer oliendo a Nina Ricci y a aburrimiento, quiere que la única empleada de Corneaflot en ese momento, le muestre cuatro pares de Sofía Loren que hay en la vitrina, preciosos, un sueño.
Como un guiño, un santo y seña a su realidad, la joven echa mano a la frase aprendida en el curso de ventas de Corneaflot.

Carina abandona la lucha social, baja los brazos finalmente ante la injusticia social que le tocó ver hace un momento con ese llamado y repite: “Buenas tardes, señora, ¿en qué la puedo ayudar?.”-