jueves, 5 de marzo de 2009

Independientes... ¿éramos los de antes?


Algunos dicen que el independiente fue el primer y mejor estado del cine, un estado primario que le permitía respetar el espíritu de la historia, una historia que era generalmente esbozaba por el creador en un papel arrugado, más que escrita en un programa de guión con un nombre largo en inglés (este último, plagado de exactitudes de tiempo y espacio).


Y si, suena como una descripción romántica con musiquita de Morricone atrás, pero capaz que tienen razón y este cine era realmente autónomo. A lo mejor sí sostenía su soberanía en el hecho de no ser un mero negocio, de no pretender ser diferente. Capaz que este cine no se sentía una moda, no llevaba el rótulo estampado “clase B”, y hasta puede que no luchara contra nada, que haya vivido y muerto respetando solo el SER , el existir no más.

Saliendo de la teoría apocalíptica sobre la independencia artística, uno se pregunta: ¿qué es ser independiente? ¿Tratar temas nuevos? ¿Trabajar con bajo presupuesto? ¿Ser de un país o de otro? ¿Qué marca la independencia en realidad? Y ahí asoman los íconos del caso y en esa valoración pareciera morir su santísima independencia. Entonces hablamos de ellos por épocas: que Resnais, que Manoel de Oliveira, que Nanni Moretti, que Kiarostami, que Takeshi Kitano, que Vinterberg o Von Trier, o los criollos Trapero y Rejtman. Ahí aparece también el público y algun crítico trasnochado que sentencia: “esta película es rara, casi no hablan, mucho menos ser ríen, no la entiendo, me marean los planos y la “cámara en mano” ...ah, es arte, pero del bueno, del independiente...”

Ser independiente no creo que sea tocar un tema nuevo (¿son posibles los temas nuevos?), ni tratar de dignificarse trabajando con bajo presupuesto, tampoco es aspirar a crear un nuevo lenguaje. La independencia en el cine no se viste raro ni se hace extraños cortes de pelo, supera esas características triviales, radica en realidad en hacerle caso a ese impulso elemental del que quiere hacer cine, intentando superar el hedonismo primario de esforzarse en ser diferente y exponiéndose naturalmente a hacer un mamarracho si es que así le sale. Agarrando la cámara no más, y saliendo a filmar.

1 comentario:

Ale dijo...

No sé nada de cine, pero creo que no se puede negar que el cine independiente tiene éstas características que enumerás: “esta película es rara, casi no hablan, mucho menos ser ríen, no la entiendo, me marean los planos y la “cámara en mano”...

Dá la casualidad que ninguna de las pelis de "cine independiente" que ví me han gustado, al contrario, me dejan una sensación de no haber entendido nada.... cuando veo una peli quiero divertirme, o quiero enamorarme, o quiero reirme, o quiero enterarme, o quiero aprender.... quiero cualquier sensación, menos la de "no entender nada".

Abrazo!!!!