Hay seres a los que la luz propia los pone en un lugar fundamental, personas que logran transmitir lo que ven y eso, a quienes los rodeamos, termina resultándonos interesante. Es el caso de Jorge Giallorenzi, arquitecto, fotógrafo, escritor.
Tuve la oportunidad de conocer a este talentoso ser humano, cuya sensibilidad es imposible de omitir. Disfruté también la ocasión de leer lo que escribe y hasta de ser musa de un haiku suyo:
Tarde de arena
al rescoldo la voz
misma armonía
Pasé por la circunstancia de ser blanco de su mirada y aquí está el resultado. La fotografía de Jorge Giallorenzi me revela, por eso la expongo, más para descubrirlo a él que para que me descubran a mí quienes ya me conocen y visitan este blog.
Tuve la oportunidad de conocer a este talentoso ser humano, cuya sensibilidad es imposible de omitir. Disfruté también la ocasión de leer lo que escribe y hasta de ser musa de un haiku suyo:
Tarde de arena
al rescoldo la voz
misma armonía
Pasé por la circunstancia de ser blanco de su mirada y aquí está el resultado. La fotografía de Jorge Giallorenzi me revela, por eso la expongo, más para descubrirlo a él que para que me descubran a mí quienes ya me conocen y visitan este blog.
Su libro “ANIKO Y AKIRO” (haiku) es delicadamente extraordinario.
Dispongo aquí algunas pinceladas de esta invitación a la belleza fugaz que es el haiku de Giallorenzi.
Derrama miel
porfiada abeja reina
resfrío fuerte
Entre la nieve
apenas si aparece
el hociquito
Alguien espera
que baje la marea
arroz con pulpo
Bajo el barco
sonidos de ballenas
¡uhh! por poquito
El saltamontes
entre dos alambrados
vibra la hierba
Dispongo aquí algunas pinceladas de esta invitación a la belleza fugaz que es el haiku de Giallorenzi.
Derrama miel
porfiada abeja reina
resfrío fuerte
Entre la nieve
apenas si aparece
el hociquito
Alguien espera
que baje la marea
arroz con pulpo
Bajo el barco
sonidos de ballenas
¡uhh! por poquito
El saltamontes
entre dos alambrados
vibra la hierba
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