lunes, 8 de marzo de 2010

YEGUA


Cuando me decían yegua a veces me ofendía con la palabra dicha así. Pero lo pensé mejor y me reconocí yegua cuando me di cuenta que no hay mejor cosa que serlo. Porque me pensé yegua y la verdad que me acomodó bastante el término cuando reconocí en ese concepto la lealtad, la belleza, la nobleza.

Cuando me reconocí con ancas redondas y seguras para galopar lejos y saber volver al rancho también.
Cuando me vi las crines libres y sostenidas por el viento de la libertad.
Cuando descubrí que en mi andar traspasaba ríos correntosos con cuidado y certeza a la vez, y que también dejaba huella en la tierra seca y el barro más denso.
Cuando percibí que mi galope era sordo, firme y me llevaba lejos, a donde yo quisiera. Que era capaz de llevar carga estando ensillada y también, sin riendas ni lazos, podía ser madrina de una tropilla de manera intuitiva, por la capacidad de liderazgo indiscutible que poseo desde milenios.

Dios quiera que sea yo siempre yegua, y camine, trote o galope a todo dar cuando sea necesario, y pueda también pastar tranquila en mi paraíso verde de bosque o pampa argentina, pero siempre fiel y honesta con mi naturaleza femenina.

Ojalá sea siempre una bella, firme y majestuosa yegua. Siempre.
Un saludo a las mujeres en su día, mucha suerte y fuerza en los galopes que nos tocan sobre los sueños propios.

No hay comentarios: