Este poema pertenece a LETAL INTENSIDAD.
Herida la niña esencial que soy
desaparecida.
En mí misma escondida.
Elijo morir en tí.
Nunca estuve en ese lugar
no te pertenecí jamás.
Aparezco
y desaparezco con la misma rapidez.
Llego y me voy.
Como un junco me arqueo
y me enderezo
según el viento de tu olvido.
Soy solo una brisa en tu rostro de viajero
te libero del calor de este tiempo
infierno hostil
que consume a nobles como tú.
Flor silvestre en tu caudal.
lunes, 28 de diciembre de 2009
miércoles, 23 de diciembre de 2009
TU SUPERFICIE, MEDEA
Cuper. Medea.
CuperMedea y ese hipnótico talento suyo.
La encuentro con la mirada una noche y omití decirle que sus palabras punzan, entran, destajan y descubren (no me atreví porque eso lo escribí intuyéndola, mucho antes de conocerla, de saber que me vería, porque CuperMedea ve a la mujer que somos todas).
CuperMedea encanta la serpiente que llevo en mi cuello y la leo hipnotizada.
Cuper? Medea?
CuperMedea encanta la serpiente que llevo en mi cuello y la leo hipnotizada.
Cuper? Medea?
esa niña desbandada.
tuve un sueño
cabalgaba sobre una piel
tan suave
blanco negro blanco.
sonreía
y el pelaje bello entraba en mí
sonreía
cosquillas en el velo del paladar.
me despertaba
y seguía corriendo sobre sí
la cebra
yo adentro de ella
ella creciéndome en el movimiento
nada cruel.
tuve un sueño
que seguía allí
se detenía en la orilla
a beber
el animal que era
ella
el animal que era
yo.
domingo, 20 de diciembre de 2009
Puerto Madryn
Puerto Madryn a la tarde. Un ácido y agradable aroma a jazmines me traspasa y también la ansiedad de ver a Murillo porque finalmente voy a hacer su documental. El genio al que admiro y repelo, temo y sobrevuelo intrigada, como la indómita mariposa que soy en el primer poema de LETAL INTENSIDAD, que presentaré también en Madryn.
Madryn que me dio hace unos años el extraño privilegio de invitarme a morir ahí con mi pulmón enfermo, que me dejó seguir y me marcó con la brutal cicatriz que llevo en mi intercostal derecho.
Madryn cree que me debe una y me la debe.
(casi me tragaste Madryn aquella vez)
¿Por eso ponerme un arcoiris apuñalando de color el horizonte?
La belleza de esta tarde insulta descaradamente su deuda. Y ya no la recuerdo más.
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